Una joya aún por descubrir

M.B
-

El sacerdote Jesús Mateo recorre sus diez lugares favoritos de Valladolid. Nació en 1936 en Cervatos de la Cueza (Palencia) y se ordenó en 1960. En 1973 se vino a la capital castellana

Una joya aún por descubrir - Foto: Jonathan Tajes

Atrio San Felipe Neri (calle Regalado). Recientemente rehabilitado, para Jesús Mateo es una de las joyas de Valladolid... aún por descubrir. De hecho, estaba tapado hasta hace un año, que se descubrió. Él mismo es el ministro de la Congregación San Felipe Neri y Nuestra Señora de la Presentación, con 80 sacerdotes, que se ha encargado de arreglar las salas, retejar, colocando un nacimiento de tipo mural en estas fechas; y más de 80 Misterios de la colección de la familia Iglesias Valle, que ha convertido este espacio en un atractivo cultural más de la ciudad.

Parroquia San Lorenzo, La Patrona (calle Pedro Niño, 2). Allí estuvo 15 años de párroco hasta que se jubiló el pasado 2017. «Le tengo mucho cariño», reconoce recordando que, desde su llegada, empezó a salir la Virgen en procesión: «He trabajado para que la Virgen fuese el centro de Valladolid y la gente acudiese a verla». Además, añade, que durante años luchó por arreglar el Atrio, algo que se está llevando a cabo ahora.

Plaza Mayor. El centro de la ciudad y una de esas zonas a las que este sacerdote considera que dan vida. «Me encanta de noche, lo bien iluminada que está. Creo que está muy bien acabada y lograda, y que es muy acogedora», resume sobre el porqué de este centro neurálgico de su Valladolid.

Calle Santiago. En toda su extensión y, «sobre todo», en esta época navideña. Es esa calle que él frecuenta habitualmente, ya que vive cerca, en la que «da gusto pasear» y en la que es fácil encontrarse a alguien conocido. Además, Jesús Mateo destaca que este año está especialmente bien iluminada, con el añadido de la bola de Navidad en la confluencia con plaza Zorrilla. 

La Parrilla De San Lorenzo (calle Pedro Niño, 1). Aunque reconoce que no es mucho de bares, destaca dos locales muy cercanos a la iglesia de La Patrona, donde acudía en alguna ocasión a merendar o en alguna comida en días grandes. Uno, el Ágora, con Alfonso al mando, que ya está cerrado; y el otro, La Parrilla, con Agustín. «Lo he tenido enfrente muchos años y me llevo muy bien con todos los que trabajan allí. Soy amigo de ellos», concreta, añadiendo que este último es un sitio emblemático de Valladolid. 

Iglesia de Santa María de La Antigua (calle Arzobispo Gandásegui, s/n). Tanto la iglesia como su entorno. Asegura que su exterior es precioso y recuerda que están arreglando su interior, un poco oscuro. «Quedará también muy bien... eso espero», añade sobre una de los templos más reconocidos dentro y fuera de la ciudad.

Iglesia de Nuestra Señora de las Angustias (calle Angustias, 8). Para el sacerdote, esta iglesia es una de las grandes protagonistas de Valladolid, sobre todo en la época de Semana Santa. «Tiene un gran número de cofrades y creo que Valladolid gira entorno a las Angustias», afirma.Además, para él tiene un componente sentimental, ya que su hermano, Exiquio Mateo, fue rector de esta iglesia.

San Pablo. Tanto su plaza como la iglesia y el entorno. «La explanada que nos encontramos allí invita a disfrutar. Y, aunque no soy muy entendido en la materia, el arte de la fachada es espectacular», se reafirma sobre esta elección hablando de la belleza que se puede encontrar en esta zona de la capital.

Academia de Caballería (Paseo de Zorrilla, 2). Lugar de paso y de paseo de mucha gente, entre ellos él mismo. Asegura que le gusta la elegancia del edificio, por el que pasa varias ocasiones si es necesario al día. Y ello, unido con la explanada que se encuentra enfrente, le recuerda que en verano «nos asamos de calor» y en invierno «nos congelamos de frío». Aun así, el entorno, junto a la plaza Zorrilla, acera Recoletos y Campo Grande hacen de este lugar uno muy especial, sobre todo el último, un pulmón verde en la capital.

Santuario Nacional de la Gran Promesa (calle Alonso Pesquera, 10). Le recuerda a su pasado. Fue el primer sitio donde comenzó a confesar en Valladolid. Allí hablaba con la gente, a veces hasta tres horas diarias. Aunque ahora va poco, para él éste es uno de los sitios que le recuerdan a su Valladolid. Como lo fueron las Adoratrices; o las Anunciatas o la iglesia de San Vicente de Paul, «donde me sentí muy realizado».