Nos vemos en el Teleclub

R. GRIS
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Veinte municipios mantienen abiertos sus teleclubs en la provincia • Estos lugares, nacidos con la llegada de la televisión, se han convertido en los únicos puntos de encuentro de los vecinos en los pueblos más pequeños

Arturo del Campo, vecino de Tamariz de Campos, sentado a la sombra, a la puerta del teleclub. - Foto: El Día

España, 1950. Un nuevo invento revoluciona el país. La llegada de la televisión genera un importante impacto social. Un impacto que ocasiona la llegada de los teleclub a los municipios en un intento de fusionar los casinos, las casas de cultura y el antiguo círculo. Un espacio público en torno a un aparato de televisión. Tal fue la repercusión que tuvieron en los pueblos que los ayuntamientos se volcaron en la construcción de estos nuevos centros y en unos años eran más de 6.000 repartidos por todo el país.   

La provincia de Valladolid no fue ajena a este fenómeno y pronto multitud de localidades construyeron estos centros o reutilizaron viejos edificios para albergar los famosos ‘Teleclub’.

Hoy en día, muchos de ellos se han marchado igual que vinieron. Poco a poco, los vecinos fueron adquiriendo sus propias televisiones y los edificios fueron quedando sin uso. Ya no tenían sentido. Pero, al mismo tiempo, igual que fueron desapareciendo, el efecto de la despoblación ha hecho que algunos permanezcan en los pueblos con menor número de vecinos y sirvan de lugar de encuentro, de refugio para los pocos habitantes que ocupan algunos de nuestros municipios. Un sitio donde verse, donde hablar de sus cosas, donde jugar a las cartas o, por qué no, donde ver la televisión.  

La alcaldesa de Gatón de Campos, Ana María Gago, sentada en una de las mesas del teleclub. La alcaldesa de Gatón de Campos, Ana María Gago, sentada en una de las mesas del teleclub. - Foto: El Día La Diputación de Valladolid estima que en la provincia solo están abiertos en torno a veinte teleclubs en pequeños municipios. Muchos de ellos se encuentran cerrados, sin uso, pero otros aún permanecen abiertos y suponen un soplo de aire fresco para sus vecinos. Los ayuntamientos se organizan de muy diversas maneras para que el edificio esté abierto, al menos, durante las horas centrales del día.

En Villanueva de San Mancio, Henar y su hijo Juan se turnan para mantener el centro abierto. «Yo vengo de vez en cuando y normalmente lo hace él», relata Henar mientras se pone el traje de faena para meterse detrás de la barra y comenzar a servir las primeras cervezas. «Normalmente, está abierto desde la una de la tarde hasta las diez de la noche, pero algunos días se nos hace un poco más tarde», bromea el alcalde, Alberto Mulero, quien reconoce que si no fuera por el teleclub «el pueblo estaría muerto».

El centro lleva abierto más de 20 años y, al menos, los 60 vecinos que habitan la localidad tienen un sitio donde pueden sentarse y compartir los buenos y malos momentos del día. «Si no fuera porque hemos apostado por mantener esto abierto, no nos veríamos».  

Evaristo y Héctor Moyron, Víctor Sánchez y Gonzalo Escobar juegan una partida al mus en Villabaruz. Evaristo y Héctor Moyron, Víctor Sánchez y Gonzalo Escobar juegan una partida al mus en Villabaruz. - Foto: El Día Villanueva cuenta con este teleclub debido a que una tienda de ultramarinos que había en la localidad cerró sus puertas hace más de 30 años. «Desde entonces, vimos que no teníamos nada y decidimos construir este centro para poder contar con algo a lo que agarrarnos».

Muchos de los teleclubs se han reconvertido o cerrado. Pero también ha sucedido todo lo contrario. Algunos pueblos han aprovechado otros edificios para crear sus propios centros de reunión en torno a una cultura tradicional que llegaba a través de las imágenes de televisión. Arturo del Campo es un vecino de Tamariz de Campos y a sus más de 80 años recuerda cómo el edificio de las antiguas escuelas se convirtió en el teleclub. «Tiene más de 40 años y entonces se puso la tele. Veníamos aquí a verla. Entonces no había nada más y solo había un aparato en todo el pueblo. Veníamos para todo».

Ahora, las cosas son diferentes. El centro se abre a partir de las tres de la tarde y se usa sobre todo como bar. «Los fines de semana, venimos a los pinchos después de misa y a echar la partida por la tarde».

Los vecinos de Villanueva de San Mancio disfrutan de la compañía y de las cañas que Henar sirve en el teleclub. Los vecinos de Villanueva de San Mancio disfrutan de la compañía y de las cañas que Henar sirve en el teleclub. - Foto: El Día Hace 40 ó 50 años, cuando los teleclubs surgieron en los municipios valliosoletanos siempre existía una hora clave a lo largo del día cuando muchos vecinos se juntaban en torno a una mesa. Las seis de la tarde. La hora de los toros. Las corridas y festejos solo se podían ver por televisión y todos los vecinos se agolpaban en la barra para disfrutar de las faenas. «Me acuerdo que estaba el bar lleno. Siempre veníamos a ver los toros», relata el vecino de Villabaruz de Campos Gonzalo Escobar. «Y también El Tenorio el día de Todos los Santos. Veníamos todos, hombres y mujeres. Entonces, había gente...», comenta desanimado.

Solo Evaristo y Héctor Moyrón abren el teleclub todos los días. «Venimos a tomar un cafelito, pero muchas veces a diario no entra nadie más», piensan en voz alta. «Somos 33 en el pueblo», pero se muestran orgullosos de contar, al menos, con un lugar de encuentro. «Tenemos hasta terraza y si no fuera por esto... Ahora con el Mundial de Fútbol...».

Algunas de estas localidades no disponen de internet, ni de cobertura de teléfono y las horas transcurren de una forma completamente diferente que en la ciudad. Más lentas, en ocasiones más pesadas. Sin embargo, esa veintena de teleclubs abiertos en la provincia mantienen sus recuerdos en forma de imágenes en la mente de sus vecinos. Son resquicios de un tiempo pasado, un tiempo pasado lleno de nostalgia que aún hoy da vida a nuestros pueblos.