Un nuevo ataúd para Chernóbil

W. JUNG (DPA)
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Los operarios trabajan contra el reloj para revestir de nuevo los mortales reactores

Un nuevo ataúd para Chernóbil

Ahora que las centrales nucleares vuelven al debate nacional con el cierre de Garoña, los ecologistas no se cansan de recordar desastres como el de Fukushima, si bien Chernóbil se lleva la palma. Yes que, entre sus ruinas, cientos de trabajadores construyen un nuevo y gigantesco sarcófago en la zona de exclusión. Más de un cuarto de siglo después de la peor catástrofe nuclear del mundo, un consorcio multinacional intenta enterrar la central a base de acero, plomo y hormigón, con la esperanza de mantenerla controlada por otros 100 años. La primera fase de las obras concluyó a finales de noviembre, con una estructura con forma semicircular que pesa unas 5.000 toneladas.

Si la masiva estructura colapsara contra el reactor, generaría una nube de polvo radiactivo. La última vez que ocurrió, durante la explosión del 26 de abril de 1986, la planta escupió columnas de contaminación radiactiva que se expandieron rumbo a Europa occidental. Tras la catástrofe, los motores fueron recubiertos a toda prisa en un sarcófago que desde entonces se desintegra. El lugar es ahora un mar de sucias estructuras de hormigón, donde árboles que parecen enfermos crecen.

Para garantizar la seguridad de Chernóbil, situada a 110 kilómetros de la capital de Ucrania, Kiev, el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) está supervisando la construcción de un segundo revestimiento. A finales de 2015, el reactor será cubierto con la carcasa de hormigón y plomo, ya realizada, y una estructura de acero de 257 metros de longitud y 29.000 toneladas de peso.

«Es una carrera contra el tiempo», señala el director de BERD para seguridad nuclear, Vince Novak. El nuevo sarcófago tiene una vida prevista de un siglo. Hay planes para eliminar el reactor destruido de su interior, pero nadie sabe cómo hacerlo. La nueva zona de construcción se sitúa en un área que resultó menos contaminada, señala el británico David Jackson, director de seguridad para el proyecto. Pero aun así, hubo que retirar tierra radiactiva hasta los ocho metros de profundidad antes de que el equipo de 1.500 trabajadores pudiera comenzar el largo proyecto sin necesidad de llevar pesada indumentaria protectora.

Por el momento, los turistas que se acercan a Chernóbil pueden realizar breves visitas a la zona contaminada con tours aprobados por el Gobierno y gestionados por operadores privados.