Desarticulada la banda que asaltó más de 100 fincas agrícolas del sur de la provincia este año

A. G. Mozo
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La Guardia Civil ha esclarecido robos por valor de 250.000 euros en 30 pueblos, mientras que los daños causados rondan el medio millón · Los tres detenidos, ya en prisión, fueron detenidos cuando regresaban de su último golpe

Material intervenido en la Operación Transformers. - Foto: El Día de Valladolid

Golpe letal a la principal banda de ladrones agrícolas de Valladolid. La Guardia Civil apresó la mañana del martes al cabecilla y a dos de sus hombres de confianza cuando regresaban de su último golpe en una explotación de Siete Iglesias de Trabancos, en donde se habían hecho con un transformador -su especialidad- y el cableado de un pívot de regadío. El arresto tuvo lugar en Simancas, en plena A-62, cuando se dirigían a Valladolid tras toda una noche de ‘trabajo’. De ese modo, se ponía fin a casi un año de investigaciones sobre un grupo perfectamente organizado del que habrían formado parte hasta doce personas, todas ellas rumanas y con domicilio en Íscar.

El líder de la banda es Stefan N., un joven de solo 21 años con más de cien arrestos en su ficha policial española. Él dirigía a los demás y se encargaba de repartir el botín una vez vendida la mercancía, una gestión que llevaban a cabo casi de manera inmediata. Los otros dos detenidos, secuaces de éste, son C.M.B., de solo 19 años y que apenas se había estrenado en la organización; y C.L.C., de 30 y con todavía más antecedentes que su ‘jefe’, el último hace apenas dos semanas cuando se le arrestó por once robos en casas en un mes, pese a lo cual, el juez de Medina del Campo le dejó en libertad.

¿Expulsión del país? C.L.C. y sus compinches no corrieron ayer esa misma suerte con el juez de Instrucción 1 de Valladolid, que les interrogó y que decretó después su ingreso en prisión sin fianza. Allí estarán mientras se efectúa toda la instrucción del procedimiento, a la espera de que el magistrado determine si ejecuta la orden de expulsión de España que ya pesa sobre C.L.C. y la solicitada para Stefan N., motivadas ambas por la continuada comisión de delitos.

El listado de antecedentes de ambos supera los 120, pese a lo cual estaban todos en libertad. «Estos son los que nos estaban volviendo locos. Estos son a los que la Guardia Civil tenía el firme compromiso de detener y ahora hay que felicitarles, porque han desarrollado un trabajo magnífico», destacó el subdelegado del Gobierno, José Antonio Martínez Bermejo, en la rueda de prensa que se ofreció ayer.

Junto a los tres detenidos hay otros miembros de esta banda ya identificados, pero con un papel secundario y a los que, tal como explicó el jefe de la Comandancia de Valladolid, el teniente coronel Juan Miguel Recio Álvarez, «se irá deteniendo»; uno de ellos, según concretó, está huido a Rumanía.

La Guardia Civil llevaba tras los pasos de esta organización desde principios de año, cuando se dio inicio a la Operación Transformers, denominación ‘ganada’ por los 84 transformadores eléctricos que se han llevado por delante durante estos casi doce meses. Su botín se cifra en 250.000 euros, si bien los daños causados a los agricultores se va hasta el medio millón. En términos absolutos se les acusa, por ahora, de cien robos agrícolas y en viviendas repartidos por 30 municipios, fundamentalmente, del sur de la provincia.

Maniobras de despiste. En la investigación y el golpe final han participado agentes de la Usecia (Unidades de Seguridad de las Compañías) azul y de los equipos Roca. Recio explicó los detalles de una investigación muy complicada y en la que tardaron semanas en descubrir su modus operandi. Siempre llevaban a cabo una maniobra de despiste: el coche con los ladrones les dejaba en la explotación a asaltar y el ‘chófer’ se iba a otra, alejada de allí y, por ejemplo, cortaba una alambrada de un huerto solar para hacer saltar las alarmas y así garantizar que la Guardia Civil se fuese para allá.

Así lo hicieron la madrugada del pasado martes. Los detenidos se bajaron en Siete Iglesias y un cuarto ladrón, que logró escapar, se fue a Carpio, a doce kilómetros para fingir un robo y dejar que sus compañeros ‘trabajasen’ toda la noche con tranquilidad. Lo que no sabían es que la Guardia Civil ya conocía su estrategia y nunca llegó a levantar la vigilancia de la explotación de Siete Iglesias. Por la mañana, con el robo completo, se camuflaron -tal como siempre hacían- entre el tráfico de grandes carreteras y fueron a Valladolid (o a Madrid) a vender su mercancía cuanto antes. Fueron detenidos a la entrada de la A-62, en Simancas.

Llevaban consigo las pruebas de su último asalto y el trabajo posterior de los investigadores de la Comandancia de la Guardia Civil de Valladolid ha servido para imputarles, por el momento, esos cien robos y que, con todas esas pruebas, el juez de guardia no dudase en decretar su ingreso en prisión sin fianza.