A merced de la Tierra

AGENCIAS
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Los fallecidos se cuentan por centenares en las calles de la capital de Nepal, donde los supervivientes tratan desesperadamente de sacar a sus vecinos atrapados bajo las ruinas

Eran las 11,56 hora local cuando la calma de un sábado cualquiera en la capital de Nepal se vio sacudida por un devastador terremoto de magnitud 7,9. Los muertos se cuentan por centenares, y las cifras siguen en aumento tanto en el país dominado por el Himalaya como en las vecinas India, China, Bangladesh y Pakistán.

La situación es especialmente desoladora en Katmandú. «Estamos intentando sacar a la gente que está enterrada entre los escombros», aseguraba ayer Sudip Budhathoki, que se ofreció como voluntario en las labores de rescate en uno de los barrios antiguos de la ciudad. «Algunos turistas también están ayudando», añadió en referencia a los muchos visitantes, que ahora se encuentran varados tras el cierre temporal del aeropuerto.

Se teme que centenares de personas sigan aún atrapadas entre los restos de los deteriorados edificios que poblaban Katmandú. «Todos los templos están destrozados», relató Kashid Shresta, un escritor afincado en la capital nepalí, en referencia a la desoladora imagen de la Plaza Durbar.

El epicentro del seísmo se situó a 80 kilómetros al noroeste de la ciudad y, al principal temblor, le siguieron fuertes réplicas que también se sintieron en amplias regiones del norte y el este de India y Bangladesh, así como en el Tíbet y Pakistán. En Nepal, el gobierno declaró el estado de emergencia.

Los medios locales mostraban imágenes de absoluta devastación, con calles agrietadas y llenas de escombros y heridos a la espera de ayuda. «Mi casa en Ranipauwa, cerca de Katmandú, está totalmente destrozada. Pero al menos estamos vivos», afirmó Puja Lama. Anish Chettri, oriundo de Dolakha, relató que su pueblo había quedado destruido por completo.

Las varias réplicas que se sucedieron durante el día obligaron a la gente a seguir en la calle. «Tenemos mucho miedo de que venga un temblor mayor. ¿Cómo vamos a meternos en algún sitio?», se preguntó Chejum Gurung, una mujer que decidió pasar la noche al raso junto a sus vecinos. «Solo rezo para que esto termine».

El terremoto provocó cortes eléctricos y telefónicos por sobrecarga en la red. «Casi todas las casas de nuestra zona están reducidas a escombros. Centenares de personas se encuentran enterradas y aún no han podido ser rescatadas», señaló, además, Sarita Pariyar, del distrito de Sundupalchowk. Según las organizaciones humanitarias, aún no es posible valorar con precisión la situación.