«Tenía una lista negra»

AGENCIAS
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Varios compañeros del agresor aseguran que era un chico normal, algo «friki de las armas», pero señalan que a veces hablaba de asesinar a algunos profesores y alumnos

La afirmación se escuchó ayer una y otra vez a las puertas del instituto Joan Fuster: «era un chico normal». Se trata de las definiciones que hacen los compañeros de instituto del agresor, un alumno de 13 años que mató a un profesor y dejó a otros docentes y a dos escolares heridos poco después de las nueve de la mañana.

Quizá lo más insólito de la personalidad del chaval sea su pasión por las armas. «Le encantaban. Era un poco friki del tema», asegura un compañero que fue testigo directo de la tragedia. «Estábamos en clase y ha entrado una chica diciendo que estaba éste con armas y que teníamos que cerrar las puertas porque había atacado a la Asun, que es la profe de castellano», relató el escolar, que fue uno de los que avisó al jefe de estudios y al profesor de educación física que fueron los que, finalmente, lograron reducir al atacante.

«No tenía problemas con nadie. Era sociable, aunque sí que tenía una lista negra. Decía que iba a matar a todos los que estaban ahí, que eran profes y gente de clase. Pero siempre pensamos que era una broma, que lo decía de coña», recordó el menor.

«Era un niño que desde pequeño siempre había dicho que le gustaba un poco la guerra», señaló por su parte otra alumna del centro, quien también subrayó lo de la lista negra del agresor: «Siempre nombraba a unos profesores que iba a matar y decía que lo iba a hacer un día, porque era fácil».

Sin embargo, el chaval llevó a cabo su plan, tal y como había anunciado, y lo hizo, quizá por casualidad el mismo día en el que se cumplían 16 años de la matanza llevada a cabo por dos adolescentes en una escuela secundaria de Columbine (Estados Unidos). «Oímos gritos y el profesor salió para ver qué pasaba. De repente, le vimos tirado en el suelo, con la cabeza morada y rodeado de sangre. Teníamos miedo y nos pusimos todos juntos en una esquina», narró un alumno aún con la voz temblorosa, pues el atacante entró al aula tras apuñalar al docente. «Había uno que le conocía y le pidió que parase y fue a por él», explicó. Tras esa agresión, el grupo decidió actuar a la vez. «Contamos hasta tres y salimos corriendo sin mirar hacia atrás ni nada hasta el patio», apuntaron varios adolescentes a las puertas del centro escolar.

Precisamente, en el patio fue donde algunos escolares se enteraron de lo sucedido. «Había gente llorando y nos han contado lo que ha pasado», relató otro de los menores. «Hemos salido corriendo, todo el mundo estaba gritando con pánico y no sabíamos lo que pasaba», añadió.

Entre los menores congregados en esa zona se encontraba, precisamente, la hermana del atacante, que estudia primero de bachillerato en el mismo centro. «Estaba allí, gritando y llorando y estaban intentando calmarla», apuntó otro testigo. Por su parte, una amiga de la joven subrayó que ella «es una bellísima persona, pero el hermano hacía cosas raras».

Ayuda psiquiátrica. Precisamente, para ayudar a los testigos, distintas instituciones públicas pusieron a su disposición ayer mismo a psicólogos y psiquiatras. Según los expertos, durante unos días, los jóvenes seguirán «muy impresionados» por lo ocurrido. Una sensación que, unida al dolor por la muerte del profesor, hará que los menores no sean capaces de explicar «cómo se sienten», momento en el que necesitarán la ayuda de amigos y familiares para tratar de paliar esa soledad. Una vez que se retomen las clases, lo cual sucederá mañana, la actividad ordinaria irá diluyendo el asunto y normalizando los sentimientos de los chavales que contemplaron la tragedia.