La fortaleza de Azaña

M.R.I
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El castillo de Villalba de los Alcores, declarado Monumento Histórico Nacional desde 1931, está en la lista roja de Patrimonio por su estado de abandono y ruina. El monumento es propiedad del sobrino político del expresidente de la República.

El castillo de Villalba de los Alcores está desde hace años en la lista Roja del Patrimonio. Una situación extrema para una fortaleza, que entre sus muros, guarda el recuerdo de la formación y expansión del reino de Castilla. El esqueleto de la construcción, que Alonso Téllez de Meneses comenzó en 1195, lleva siglos resistiendo los avatares del paso del tiempo.  Vivió el asedio de las tropas de Enrique I  y posteriormente las del conde de Benavente, que realizó reformas importantes y cambios en su configuración inicial, aprovechando la reparación de los desperfectos que causaron sus tropas. Esta fortificación también fue aposento de príncipes e incluso reinas, según relatan los vecinos del pueblo, que repiten la leyenda que cuenta que aquí hizo noche en su peregrinación con el cortejo fúnebre de Felipe el Hermoso. E incluso pudo llegar a ser Parador Nacional, ya que en el pueblo también se asegura que esa fue la intención del ministro de Franco, Manuel Fraga cuando lo visitó para ver qué hacer con esta propiedad.

La decadencia, que hoy se ha convertido en un estado alarmante de ruina, comenzó a principios del siglo XVII cuando se  desmontó el tejado de la torre del homenaje y se  vendieron sus cañones, tejas y vigas. Después, parte de la piedra de sus murallas se utilizó para la construcción de caminos y casas solariegas de la zona. 

Un destino que parecía que se iba a enderezar cuando en 1860 el encargado del Despacho de la Secretaría de Cámara y de la Real Estampilla de Isabel II, Cipriano Rivas, lo compró a los condes de Castilnovo. La casa anexa se convirtió así en la residencia de uno de los directores de escena pioneros de la España de comienzos del siglo XX, aunque su devenir personal estuvo marcado por su relación familiar con Manuel Azaña, presidente de la República. El político pasó, en septiembre de 1921, dos semanas en la finca de Villalba. Allí conoció a Dolores Rivas Cherif, hermana de  Cipriano, que se casó con el político en 1929. 

Azaña visitó, después, en varias ocasiones el pueblo, además de escritores como Pérez Galdos o Unamuno y personalidades de la política nacional.  De hecho, hay historiadores que aseguran que de sus estancias en Villalba de los Alcores nacieron «aquellos encendidos discursos azañistas que evocaban la soledad de los campos y la pura belleza de las perspectivas de los ríos y la soledad de las villas, y elogiaban los rasgos del pueblo castellano en su democracia rural y en su civilización urbana».

La influencia de Manuel Azaña contribuyó, a que el Gobierno de Franco actuara posteriormente contra los bienes de la familia Rivas. En 30 de octubre de 1936, un escrito del auditor dirigido al General Jefe de la 1 División Orgánica notificaba la resolución del «asunto que se refiere a María Dolores Rivas Cheriff, esposa del llamado Presidente de la República Don Manuel Azaña, presunta propietaria de bienes inmuebles en el pueblo de Villalba de los Alcores, proponiendo que se practicara el embargo de dichos bienes por el Juzgado de Medina de Rioseco (...)». Los bienes eran el castillo, del que entonces sólo era utilizable la bodega, una huerta, una tierra de labor y una casa solariega. 

 Estas propiedades fueron incautadas «por las actuaciones e ideología política de la familia» y destinadas a comedor de Socorro de Invierno, luego Auxilio Social, jefatura de Falange y escuela para niños del pueblo.  El mobiliario, sin embargo, fue entregado al administrador de la familia a causa de su mal estado de conservación. 

Proyecto de recuperación. Una compleja historia que ha vuelto a dar un giro inesperado. El hijo de Cripiano, el poeta Enrique Rivas anunció en 2011 su intención de recuperar el castillo y la casa anexa. El proyecto del sobrino político de Azaña pasaba por construir un pequeño anfiteatro en el patio de la fortaleza para poder representar las obras de teatro de su padre. Pero los años y la enfermedad han impedido que el poeta y diplomático pueda llevar a cabo su sueño. «Este castillo ha tenido mala suerte desde el principio» explica Emiliano Rico, exalcalde de Villalba y encargado de mantener en orden las propiedades de la familia Rivas. Rico, cuando fue alcalde, ya intento recuperar este espacio e incluso presentó un proyecto a la extinta Fundación Patrimonio. Detalla que durante su gestión se recuperaron los cubos de la muralla, pero no encontró financiación para más. «Si se recupera la torre del homenaje ya se habría puesto en valor gran parte del castillo», explica.

Desde la Dirección General de Patrimonio de la Junta explican que «se vigila la conservación de los monumentos», pero apuntan que en este caso están limitados porque es una propiedad privada y solo pueden «instar a que se conserve o lo cedan a la administración para que lo rehabilite».

El exalcalde detalla que la familia del propietario no tiene recursos para hacer frente a las obras de rehabilitación, pero que tampoco pueden vender mientras Enrique Rivas siga vivo «porque está muy vinculado a esta propiedad». «Tiene 86 años y está enfermo y al cuidado de su familia en México. Ellos no conocen esto y no pueden afrontar su mantenimiento». Aunque el estado de salud de Rivas ya no le permite mantener conversaciones con el exalcalde, que recuerda que la última vez que habló con él fue antes de irse a México, hace más de un año.

Lo que tiene es el permiso para enseñar este Monumento Histórico Nacional y así difundir un patrimonio «oculto» de su pueblo. «Se debería vender o donar a alguna institución», lamenta, a la vez que recuerda que hubo varias ofertas, incluida las de una fábrica de piedras «que lo quería para hacer carreteras». Confiesa que también se ofreció a la Diputación cuando buscaba ubicación para el Museo del Pan, que intentó hacer una asociación en defensa del castillo e incluso una escuela taller para rehabilitarlo. 

Intentos todos fallidos, aunque en su mente sigue uno fijo: hacer un pequeño museo sobre Azaña, con la documentación y el mobiliario que se conserva.