Condenan a 21 años de cárcel a un vecino de Pajarillos por violar y maltratar a su esposa

Europa Press
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En el juicio, el violador, un ciudadano marroquí, alegó que las relaciones eran consentidas y que pegó a su pareja porque ésta era masoquista

Palacio de Justicia de Valladolid, sede de la Fiscalía de Valladolid.

La Audiencia de Valladolid ha impuesto una condena global de veintiún años y tres meses de cárcel a un hombre de origen marroquí, Mohamed K, por varias violaciones sobre su esposa perpetradas en el domicilio conyugal, sito en el barrio de Pajarillos, en el mes de mayo de 2015, así como por distintos episodios de maltrato familiar y habitual y amenazas.

 

   La condena--el fiscal y la acusación particular solicitaron veintiséis años y dos meses y dieciséis años y dos meses de cárcel, respectivamente--aplica al condenado la agravante de parentesco e incluye la prohibición de aproximarse o comunicar con la víctima por espacio de dieciocho años, así como el pago de una indemnización en favor de ella de 20.000 euros por las lesiones sufridas y el daño moral causado, junto con la medida de libertad vigilada durante seis años una vez salga de prisión, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.

 

   En la fundamentación jurídica, la Sección Cuarta de lo Penal de la Audiencia vallisoletana no da crédito a la versión exculpatoria del condenado, quien aseguró en el juicio que las relaciones sexuales fueron plenamente consentidas y deseadas por su esposa, al tiempo que justificó sus lesiones en el hecho de que era ella misma la que pedía que la pegara porque le gustaba y que incluso le había llegado a decir que la quemara con un cigarrillo.

 

   "La realidad es que no parece que la denunciante fuera una masoquista, y lo que realmente sucedió es que el acusado la pegaba, la mordía y la agredía como medio para conseguir su propósito de que accediera a mantener con él relaciones sexuales en contra de su voluntad", reza el fallo, que también recuerda que en la situación de la víctima ni siquiera la denuncia de estos hechos la beneficiaba ya que su marido era el único que tenía trabajo estable y colaboraba con su sueldo al mantenimiento de la economía familiar.

 

   Los hechos se produjeron en mayo de 2015, poco después de que el procesado regresara al domicilio conyugal tras permanecer alejado de su esposa por espacio de tres meses por orden judicial. Dicha orden de protección había quedado sin efecto tras ser absuelto Mohamed K. de la denuncia por malos tratos que la víctima había interpuesto contra él en diciembre de 2014.

 

   Fue a partir de ahí cuando, según considera probado la sentencia,  la mujer, que para entonces ya había interpuesto demanda de divorcio, no tuvo más remedio que seguir compartiendo techo con su esposo, con quien tiene tres hijos que hoy cuentan con 9, 6 y 2 años, circunstancia que Mohamed aprovechó para someter a la víctima a una posición de dominio y abuso emocional, creando un clima de continuo temor.

   En este contexto, ya el día 8 de mayo del pasado año el condenado espetó a su pareja: "¡Como vengan a por mí te voy a matar!", aunque los hechos más graves se produjeron los días 28 y 30 de ese mes cuando Mohamed forzó a su esposa a mantener sexo con él tras amenazarla y agredirla.

 

A mordiscos. Así, en la primera de ambas fechas, cuando ella dormía en la habitación en la que también se hallaba su hijo más pequeño, el encausado se tumbó desnudo encima de ella diciéndole: "¡Quiero follar!", propósito que finalmente consiguió tras morderla en el hombro y ante el miedo de ella a que se despertara su hijo.

 

   En la segunda ocasión, el condenado volvió a entrar desnudo en el dormitorio de su mujer y conminó a gritos a ésta para mantener relaciones sexuales. Las voces de él despertaron al hijo mediano, de 5 años, que se presentó en el dormitorio muy asustado, ante lo cual Mohamed permitió a su esposa que tranquilizará al menor y lo llevara nuevamente a su habitación.

 

   Sin embargo, al cabo de un rato, una vez dormido el niño, el procesado, que se hallaba desnudo en el sofá del salón, siguió a la víctima a su dormitorio con el propósito de tener sexo con ella, y a pesar de su negativa hizo valer de nuevo su fuerza a base de golpes y mordiscos para lograr que le practicara una felación y para más tarde penetrarla vaginal y analmente.

 

   Fue este último episodio el que finalmente llevó a la mujer a acudir al Centro de Salud de Valladolid Este, donde fue atendida ese mismo día y derivada al Hospital Clínico Universitario, donde le fueron apreciadas distintas lesiones.

 

   Como consecuencia de todos estos hechos, la víctima ha estado expuesta a un elevado nivel de estrés sostenido en el tiempo, apreciándose en ella síntomas de ansiedad y de depresión, así como baja autoestima a causa de la situación familiar que ha padecido por el comportamiento de su marido.