La vida como pasión y la poesía como emoción

Ical
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Tundidor define, durante su discurso, el hecho y creación poética, en general, como «fascinante en su creación e intelectualmente enriquecedora en el sentir y en el pensar»

Tundidor, Premio Castilla y León 2013 de Las Letras, durante su intervención en nombre de los galardonados. - Foto: Ical

El poeta zamorano Jesús Hilario Tundidor (Zamora, 1935), Premio Castilla y León de las Letras 2013, sostuvo ayer que la poesía expresa «intelectual y emocionalmente la capacidad humana del ser», una afirmación que el escritor siempre ha supuesto porque «lo que no emociona no tiene cabida en lo poético y la vida y todo el acontecer existencial solo si se implica como acaecimiento en el corazón del hombre podrá convertirse en verdadero camino del poema».
 
Así lo aseguró en su discurso de entrega de los Premios Castilla y León, en el que intervino en representación de todos los galardonados y en el que se definió como un «roedor de palabras, de corazón». En este foro, en el que no olvidó citar al escritor Miguel Delibes, subrayó que, para él, escribir poesía es «apasionar la inteligencia y clarificar la emoción del conocimiento en el espacio morfológico del poema; pero además es parte de la experiencia personal profunda y única, que define, a la postre, la propia vida intelectual y física».
 
A juicio de Tundidor, cuando se escribe poesía «se convoca en la escritura de una manera entusiasmada la pasión con que el poeta se adueñó de una percepción o sufrió una experiencia personal ética, estética, conceptual o social». «Sentir la emoción que este suceso nos ha provocado, y devolverlo, ordenado por la palabra y realizado en el ámbito preceptivo de lo escrito, es la verdadera satisfacción del poeta», citó, para proseguir con la lectura de su poema ‘Pasiono’.
 
Para terminar, definió el hecho poético, la creación poética, en general, como «fascinante en su creación e intelectualmente enriquecedora en el sentir y en el pensar». No obstante, destacó que la «verdadera poesía es indefinible por naturaleza como lo es, por ejemplo, la emoción erótica que nos produce la belleza intelectual o la selectividad de la pareja amorosa o los mismos presentimientos con que a veces anticipamos la llegada de ciertos sucesos...».