Una vida por y para un deporte, el baloncesto

Manuel Belver
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Lalo García fue jugador, vicepresidente, director deportivo, colaborador... de su CB Valladolid. Siempre fiel a unos colores

«Crecí en casa con balones de baloncesto y camisetas». Gonzalo García Téllez, Lalo García, hablaba así unos días después de su retirada como jugador (el 24 de mayo de 2001). Atrás dejaba 13 temporadas en la elite en su Club Baloncesto Valladolid. Siempre fiel a unos colores pese a recibir ofertas más suculentas. Siempre al lado de los suyos, de su familia, de sus amigos. Siempre demostrando que un chico humilde, sin quizá las mejores condiciones físicas para llegar a lo máximo, podía y pudo hacerlo. Lalo García jugó en la ACB, fue internacional absoluto en ocho ocasiones, disfrutó de un pabellón Pisuerga abarrotado hasta la bandera y recibió un más que merecido homenaje. Su camiseta, la que luce el número 5, es la única que preside el pabellón donde tantas alegrías dio. Nadie más la lucirá.

Lalo dio sus primeros pasos deportivos en La Salle y el Lourdes, dos emblemas y dos colegios donde el baloncesto, su deporte, se mama desde pequeño.

En 1987 llegó al CB Valladolid como juvenil y un año más tarde, el 30 de octubre de 1988, debutó en la ACBde la mano de Pepe Laso. Era la cuarta jornada, anotó 2 puntos ante un RAM Joventut con Montero, los hermanos Jofresa o Morales. A su lado, en el vestuario de Badalona estaban Samuel Puente, Reyes, De la Cruz... «los marqué de milagro, me temblaba todo el cuerpo», recordó en más de una ocasión sobre su canasta.

Sus apenas 187 centímetros no le impidieron liderar a un equipo, el morado, durante muchos años. Quizá no lanzara de la mejor manera, pero ¿quién no recuerda una de sus múltiples penetraciones? ¿quién ha olvidado cómo entraba a canasta sin miedo y dispuesto a sumar dos puntos ante jugadores que le superaban en físico?

El chico de La Salle y el Lourdes creció y se hizo un hombre, se hizo con un vestuario, con un dorsal y con la capitanía de su CB Valladolid. Eterno capitán. «Él cumplió nuestro sueño. Jugó con los grandes. Estuvo en la misma cancha que Sabonis, Schmidt Becerra, Antonio Martín, Drazen Pétrovic...», recordaba ayer Juan Antonio Espeso (Randy), compañero en La Salle con apenas 9 años, en una emotiva carta.

Sabonis, Homicius, Fetisov, Corbalán, Tikonenko u Oscar Schmidt fueron algunos de sus compañeros de vestuario. Nombres de estrellas. Nombres que siempre se recordarán junto al suyo, al de Lalo.

En 2001 puso punto y final a su carrera como jugador. Los problemas físicos le obligaron a una retirada antes de tiempo. Fue en Pisuerga, en un play off por el título ante el Barcelona. Con Gustavo Aranzana en el banquillo, con Carles Marco, Román Montañez o el ‘el gordo Williams’ a su lado.

Desde entonces pasó por varios puestos en su club. Primero fue vicepresidente hasta 2002, luego pasó a trabajar en Fórum Filatélico hasta su intervención judicial. Allí dejó muchos de sus esfuerzos, además de dinero. Regresó al polideportivo Pisuerga en 2006 como director deportivo, en sustitución del que hoy es presidente de la entidad, Sunil Bhardwaj -que comparecerá esta mañana públicamente-, cargo que abandonó tras uno de los momentos más duros, el descenso a la LEB en mayo de 2008. Se mantuvo como presidente de la Fundación Baloncesto Valladolid y relaciones externas de la entidad, de donde salió en octubre de ese mismo año. Aunque estuvo siempre a su lado, como colaborador, como relaciones externas... «Nuestro mejor jugador de todos los tiempos», recordaban ayer desde el club morado.

El barrio de Paquesol tiene un pabellón con su nombre. El pabellón Pisuerga, una peña que le recuerda. Valladolid, a un mito dentro y fuera de la pista. Baloncesto en estado puro. Un escolta de los nuestros, de Pucela, el 5, el eterno capitán.