En su primer volumen de relatos, Cuevas regresa a la editorial vallisoletana que le dio su primera oportunidad, Difácil, con quien debutó en 1999 con 'Comida para perros', a la cual siguieron en 1999 'La vida no es un auto sacramental' (Destino; mención especial del Premio Nadal y Premio el Ojo Crítico, de RNE) y 'La peste bucólica' (Losada, 2003). "La ventaja del relato es que la meta está mucho más cercana: es un proyecto que desarrollas y terminas, y si consigues ganar un premio además tienes una gratificación casi inmediata, mientras que la novela es una inversión tremenda de tiempo y esfuerzo, muchas veces no sabes si de eso saldrá algo y ni siquiera sabes si podrás publicarla", desgrana en declaraciones a Ical.