El Puente Colgante cumple 150 años

Óscar Fraile
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Esta estructura sobre el río Pisuerga, la segunda más antigua de la ciudad, se inauguró el 20 de abril de 1865 (ayer hizo un siglo y medio), se construyó en Birmingham y tuvo un coste de 991.000 reales

El 20 de abril tiene banda sonora para todos los vallisoletanos. Es imposible desvincular esa fecha de los Celtas Cortos, del año 1990 y del chico que escribía una carta lamentándose de que «ya no queda nadie de los de antes; y los que hay, han cambiado». Pero ese día también está marcado a fuego en la historia de Valladolid como el de la inauguración del Puente Colgante. Precisamente ayer se cumplieron 150 años desde la apertura del segundo paso sobre el río más antiguo de la ciudad.


Fue el 20 de abril de 1865, aunque la redacción del proyecto se remonta al año 1852, tal y como explica Celestino Candela, arquitecto urbanista y coordinador del libro Homenaje al Pisuerga y sus diez puentes, una obra publicada hace diez años en la que, curiosamente, ya se pedía a la Administración que no se olvidara la fecha de ayer para organizar el correspondiente homenaje y para impulsar la declaración de este puente como Bien de Interés Cultural. No ha sido posible... al menos hasta ahora.


Y eso que su historia es digna de ser recordada para saber, por ejemplo, que este Puente Colgante no es colgante. Lo iba a ser, según su proyecto inicial, pero se desestimó la idea siete años después al ser muy complicada de ejecutar y muy cara. Fue entonces, en 1859, cuando se apostó por un «puente metálico o de vigas parabólicas», según se recoge en la citada publicación, con un presupuesto mucho más bajo que el inicial: 991.000 reales. Eso sí, el proyecto original dejó su huella en el nombre del puente.


Fue la primera estructura de este tipo en España y se impulsó para establecer una vía de comunicación entre Valladolid y Salamanca y entre Valladolid... y Calatayud.


Otra de las curiosidades que rodea este puente de 75 metros de largo, 6,5 de ancho y 400 toneladas de peso (60 más de las que figuraban en el proyecto inicial), es que se construyó en Birmingham y se trasladó por piezas a Valladolid para su instalación. Fue la empresa de John Henderson Porter la que se encargó de ello, aunque todo estaba supervisado en Valladolid por el ingeniero Carlos Campuzano.


Tras años de idas y venidas con el proyecto, de dudas, de cancelaciones y de quebraderos de cabeza para los ingenieros, por fin, en 1864, comenzaron las obras, que finalizarían un año más tarde para inaugurarlo el 20 de abril de 1865. Fue el arzobispo de la ciudad el que lo hizo con una misa y en un acto para el que se instaló una capilla improvisada junto a la regia pasarela metálica.


Después de 800 años en los que Valladolid solo contaba con el Puente Mayor para cruzar el Pisuerga, la ciudad ya podía presumir de otra estructura que es de hierro forjado, excepto los dos pilares sobre los que se asienta, que son de hierro fundido.


Un siglo y medio después, el viejo puente celebró ayer 150 años de vida. En soledad, sin grandes fastos ni velas que soplar. Viendo pasar el tiempo, guerras, soportando pintadas y a incautos subidos a sus lomos. Felicidades.