El quirófano de 'Las Edades'

Luis Amo
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El Monasterio de Valbuena acoge el taller de restauración para que las obras lleguen a las exposiciones en las mejores condiciones

Conservador de 'Las Edades' con el óleo 'Expulsión del Paraíso', de la Iglesia de San Miguel Arcangel de Pedrosa del Rey (Valladolid). - Foto: Picasa

Las Edades del Hombre, además de difundir el patrimonio de Castilla y León mediante el arte sacro de las once diócesis, desarrolla una tarea de conservación y restauración de las obras que se exponen en las muestras, pero también piezas de titularidad pública y privada, de estas y de otras diócesis. La fundación homónima cuenta con un taller de restauración desde 2002, estando situado en el Monasterio de Santa María de Valbuena.


Es el auténtico quirófano de Las Edades del Hombre por donde, en los meses previos a la inauguración de ‘Credo’ en Arévalo, ha pasado alguna de las obras cedidas por la Diócesis de Valladolid. Exactamente, el equipo de restauración ha intervenido sobre Expulsión del Paraíso además de sobre el conjunto de pinturas que conforman Apostolado. El rigor para intentar recuperar el original es la máxima con la que se trabaja en este taller donde las horas se convierten en semanas en un proceso realmente de detalle.


El caso del Apostolado del Museo Catedraliceo de Valladolid ha necesitado de un importante tratamiento. Se trata de un conjunto de doce óleos sobre lienzo, cuyos primeros trabajos, como explica la directora, Silvia Lorenzo, a la Agencia Ical, empezaron con el diagnóstico del bastidor, que finalmente alguno fue sustituido por carcoma.


Además, fue preciso actuar para el sentado de la pintura ante algunos desprendimientos. Para ello se inyectó un adhesivo, por lo general cola de conejo, con una jeringuilla o un pincel y después se planchó con una espátula térmica que alisa la superficie. Este óleo también requirió de reforzar sus bordes con tela sintética para poder tensarlo al volver a colocarlo sobre el bastidor. La Expulsión del Paraíso, ha sido recuperada por Isidoro Moreno, quien sentó la pintura calentando cola de conejo. Es un óleo sobre tabla de principios del siglo XVI, que forma parte de un retablo «y que presenta un deterioro lamentable». De hecho, a esta tabla se le tuvo que aplicar un tratamiento de urgencia in situ antes de extraerla del retablo y darle a la pintura una capa de protección porque se caía a trozos.