El pueblo que quiera cambiar su apellido

L.S.
-

Los vecinos de Castrillo Matajudíos (Burgos) votarán el 25 de mayo si aceptan o no el cambio de un nombre que ha sido cuestionado desde distintos puntos del mundo

Castrillo Matajudíos. - Foto: R.O. (Ical)

La localidad burgalesa de Castrillo de Matajudíos está desde hace algunos días en el punto de mira. El motivo, la decisión de la corporación de este pequeño municipio de cambiar el nombre del pueblo, al entender que en pleno siglo XXI nada impide quitar del apellido de Castrillo el «matajudíos» que tan mal ven muchos vecinos del mundo, y cambiarlo por Motajudíos o Mota de judíos, en referencia a la colina en la que vivió la comunidad semita.
 
Lorenzo Rodríguez, alcalde de Castrillo de Matajudíos, trabaja desde hace días desde el Ayuntamiento y atiende a los medios de comunicación. «Estamos sorprendidos con la repercusión que está tomando todo esto. Solo hemos pedido una consulta para que los 60 vecinos digan si quieren cambiar el nombre o no», confiesa el regidor municipal, consciente de que el término «matajudíos» puede ofender «a más de uno».
 
La decisión de cambiar el nombre al pueblo en el que nació el prestigioso músico Antonio Cabezón no es nueva. Tiene su origen en el año 2009, cuando el alcalde y su corporación decidieron sufragar un estudio de la mota del pueblo. «Sabemos que es en esa mota o colina donde se asentaron los judíos que vivieron en este pueblo. De ahí que encargásemos un informe para buscar las raíces y motivar el cambio del nombre que tan malas pasadas les ha jugado a algunos vecinos en partes del mundo como Israel», agrega el edil.
 
Para encontrar la seña de identidad del nombre de Castrillo Matajudíos es necesario remontarse diez siglos atrás. Concretamente al año 1035, momento en el que la localidad vecina de Castrojeriz destierra a los judíos de la aljama después de que a la muerte de Sancho III, los de Castrojeriz se levantan en armas contra los emisarios del rey y acabasen con la vida de cinco emisarios y 66 judíos. Desterrados al barrio de Castrillo (actual Castrillo de Matajudíos), la comunidad judía se ubica en la parta alta del pueblo, una colina conocida como ‘La Mota’. «De ahí viene el verdadero nombre del pueblo, Castrillo Motajudíos», explica Rodríguez, quien considera que en virtud de esa parte de la historia del municipio «éste es el verdadero topónimo que recibió el pueblo durante siglos. El de Mota de Judíos», recalca.
 
Edicto de Granada. Dedicados a labores comerciales, propiciadas por la ubicación del municipio en plena Ruta Jacobea, la comunidad judía de Castrillo, convivió en armonía con la cristina hasta el año 1492, cuando se produce la expulsión de los judíos de España ordenada por los Reyes Católicos mediante el Edicto de Granada. Ese momento histórico produjo la marcha de muchos de los judíos que vivían en Castrillo y la conversión de tantos otros. «Apellidos como Rodríguez y Toledano se los debemos a esos judíos conversos», añade el alcalde del municipio.
 
 La documentación consultada por los historiadores encargados de recabar la historia de Castrillo Matajudíos ha dado con una conclusión: que fue un escriba quien cambió el nombre del pueblo por error en el siglo XVII. Así lo atestiguan varios papeles del siglo XV donde aún se conserva el nombre de Castrillo Motajudíos, que a partir de ese momento figura en todos los archivos con el actual topónimo Matajudíos. «El escriba nos cambió el nombre con la mala suerte de que muchos se piensan que aquí hemos matado a los judíos cuando nunca fue así», subraya el responsable municipal.
 
Sea como fuere, el nombre de la localidad es en la actualidad Castrillo de Matajudíos, un nombre que causa recelo en muchas personas que han hecho llegar hasta la casa consistorial de este pequeño pueblo de apenas 60 habitantes su disconformidad con un nombre que consideran «tiene connotaciones nazis». «A mi me han mandado cartas de todo tipo diciéndome que cambiáramos el nombre del pueblo», añade el alcalde.
 
Sin embargo, el caso más curioso lo vivió un vecino de la localidad en un viaje a Israel, en el que hubo de camuflar su DNI con el ánimo de no despertar sospechas entre los responsables policiales del Estado de Israel. «Le dijeron que tuviera cuidado con enseñar el DNI no le fueran a ver que era de Castrillo de Matajudíos», confiesa una vecina.
 
Eco mediático. La prensa internacional se ha hecho eco de la intención de los vecinos de cambiar el apellido que tantos disgustos les ha costado a sus vecinos en el exterior. Periódicos digitales de Argentina, Rusia, Estados Unidos, Inglaterra e Israel se han hecho eco de la consulta a la que se someterán los vecinos el próximo 25 de mayo, coincidiendo con las elecciones al Parlamento Europeo. Paso previo, los habitantes de este pequeño municipio se reunirán el sábado 19 para escuchar de la mano del arqueólogo Ángel Palomino, los resultados del informe histórico que se ha desarrollado en los últimos años para ligar el nombre del pueblo con el de la mota.
 
«Les vamos a pedir que voten sí o no», explica Antonino Calleja, teniente alcalde del municipio, quien afirma desconocer cuál será el resultado que voten finalmente los vecinos. «Puede salir de todo, desde que sí hasta que no quieren cambiarlo», añade el alcalde.
 
Modesta Reinosa teje en el banco de la plaza desde el que ha visto llegar a varias unidades móviles de televisión y fotógrafos en los últimos días. A sus 87 años, entiende que «hay que avanzar y cambiar el nombre del pueblo si así lo pide la mayoría». «Mire, he vivido desde pequeña sabiendo que en la mota había pozos o túneles subterráneos por donde pasaban los judíos. Es normal que lo estudien y quieran cambiar el nombre», explica.
 
Otros prefieren guardarse su voto, por aquello del qué dirán. «Les vamos a dar un mes para que reflexionen y puedan consultarlo en su casa con sus familias. Es muy simple: quieres cambiar el nombre o lo dejas como está. No es nada más», apostilla el alcalde.