España es, en sí misma y por esencia, facha

ANTONIO PÉREZ HENARES
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Los separatistas, que disfrutan del mayor autogobierno de la Historia, culpan al Estado de todos los males y parecen apoyados por el PSOE

España es, en sí misma y por esencia, facha - Foto: REUTERS

 

Visto lo visto y escuchado lo dicho en estos últimos días, hay que resolver que la conclusión final del nacionalismo, con el vergonzante apoyo y complejo de la izquierda y de la marabunta de «progres indignados» es que España en sí misma, en su esencia, hasta en su vocablo mismo, es facha. Y ser y decirse español supone, simplemente, confesar tal condición.
De los separatistas, que hacen del victimismo seña de identidad y del odio al otro cuerpo de doctrina, no cabe esperar otra cosa. De quienes al amparo de la Constitución disfrutan del mayor autogobierno de toda la Historia y el mayor respeto a sus señas de identidad, comenzando por la lengua, y ahora la traicionan y arrojan a la basura después de haberla suscrito (y los catalanes aprobado con más del 90 por ciento de los votos) no puede sorprenderse nadie de que monten la inmensa escandalera cuando alguien, un ministro de España, el señor Wert, diga algo tan sencillo y en razón como que aspira a que los catalanes se sientan españoles, entre otras cosas porque son parte de España. ¡Que osadía! 
 Éste es el disparate, el clamar contra tal obviedad, es en lo que hemos desembocado después de 30 años de adoctrinamiento, de culpabilizar al enemigo, o sea a España de todos los males, de acusarla de oprimir al tiempo que en realidad los que se excluía eran las señas y el patrimonio compartido. El nacionalismo catalán es quien ha llevado a cabo y trufado toda su enseñanza a niños y mayores una verdadera Formación del Espíritu Nacional, que ha sido la asignatura esencial de la educación catalana. Llegado a este punto, parece normal convertir en un mitin secesionista un partido de fútbol, insultar a la bandera de todos o barritar contra el himno, al tiempo que se clama cuando el más leve pellizco de crítica afecta a sus tiernas carnes. O sea, los demás hemos de soportar todo y más, hasta que nos quemen en símbolo y nos baleen en esfinge, pero ellos van a echar espumarajos por la boca en cuanto se nos ocurra insinuar cualquier pero a sus dislates. 
 Bueno, pues hasta puede entenderse en ellos, en los separatistas de antes o en lo que ahora ya se han quitado la careta, Mas y el tal Durán, que pretende aún aguantarla. Pero que eso lo haga la izquierda, lo haga el partido socialista, como antes hizo el PSUC y ahora IC, resulta verdaderamente alucinante. Sobre todo para los españoles de izquierdas. Bastantes de los cuales viven en Cataluña. Ver a Elena Valenciano reprobar a su propia sigla, a esa E de PSOE que acota nacionalmente a su partido, remata la deriva y la faena letal en la que se enfrascó Zapatero y que ahora el zapaterismo sobrevenido, vergonzante y silente de su origen y ocurrencias, pero que sigue mandando y dirigiendo, ultima y concluye. Acabando por llevarse lo que quedaba de partido por delante. Haciéndolo ya definitivamente trizas y conduciéndolo a una situación que puede ser terminal de aquí a una semana. El PSOE está al borde de dejar de ser el referente de la izquierda moderada española y la insensata cuadrilla que rodea a Rubalcaba no se da ni cuenta. El espejismo de que habían conservado Andalucía les puede llevar a terminar socarrados definitivamente en el desierto.
 El ejemplo más visible de ese error, de esa deriva, de ese divorcio con el sentimiento de sus bases, lo escenifican los Maragall. Pascual, aupador de ZP al estrellato, lo convirtió en su complaciente rehén para aquel descabellado y anticonstitucional Estatut. El tonto útil de Ernest ha sido Montilla, de quien fue consejero de Educación, muy famoso por ciscarse en las sentencia del Supremo sobre la enseñanza del castellano, y, una vez exprimido el limón, se marcha con los que siempre fueron los suyos, la elitista burguesía catalana, que ahora se apunta al separatismo. Antes ya se había ido del partido el expresidente, y su señora había roto en público el carné. Pues nada, el PSC de la Chacón, en el papel de cornudo consentidor dicen que se llevarán muy bien con ellos y que les mandan besos. Y al PSOE no se le ocurre mientras mejor cosa que reprobar en Madrid la E de España, aliarse con los separatistas en su algarada contra Wert, y por aquello de meterle un puyazo al Gobierno, lo que hace es propinarle una nueva cornada de espejo al sentimiento de su propia gente. ¿O es que de verdad cree el PSOE que sus millones de votantes son gentes que se sienten avergonzadas de su condición de españoles como parecen sentirse ellos? 
 Porque ése es el problema, hay una especie de complejo vergonzante de la izquierda con España y que desde Zapatero ha sufrido una atroz recaída en esa enfermedad que les lleva a rechazar hasta pronunciar su propio nombre. «Este país, compañeras y compañeros». Un complejo y una falla psicológica, que no acabó de superar nunca tras el secuestro de símbolos y palabra por parte del franquismo. Lejos de acudir a liberarlos y recuperarlos, cuando se abrieron democracia y las libertades, aunque sí se hizo entonces algún ademán de intentarlo, ahora los entiende como algo impuesto y obligado, pero ajeno y no querido. Y ahora , en retroceso y a la deriva, viene a admitir que en efecto, España, en sí misma, en su historia, que ignoran y desprecian, en su vertebración que cuestiona y en el propio vocablo que les quema la lengua si lo pronuncian, es «facha». Facha, Viriato; facha, el puente de Alcántara, la Catedral de Burgos, los comuneros y Felipe II, este Medalla de oro, junto al Cid y todos los castillos y, en lo más alto del podio, Fernando de Aragón, y Conde de Barcelona, e Isabel de Castilla, los peores de los malos, como Colón, las carabelas, como Cortés, como Elcano, como Agustina de Aragón, como el caballo de Espartero, como Alatristre, como Quevedo, como Cervantes, don Quijote y Sancho. Como Vargas Llosa y hasta como Umbral, que se murió facha. Aquí, fachas todos. Menos los que cercan el Congreso, los que tienen un blog del 15-M, menos los que se visten de borrokas o de catalanes negros. Aquí se llama antes facha al que recibe un tiro en la nuca que al asesino que se lo pega.