La exsecretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, dejó ayer su escaño en el Congreso para «liberar al PP de cualquier ataque, por injustificado que sea», y lo hizo defendiendo sus conversaciones con José Manuel Villarejo, convencida de que no ha hecho nada de lo que se sienta avergonzada. Cospedal hizo este anuncio en un comunicado que difundió a través de su cuenta en Twitter, tras la polémica por la difusión de unas grabaciones del excomisario, en el que reclamó explícitamente a su partido que defienda a los suyos cuando son «injustamente atacados», aunque reconoció que se equivocó al pedir a su esposo, Ignacio López del Hierro, que ayudara en una interlocución que «no era fácil». 

La que fuera ministra de Defensa desveló que tenía pensado abandonar la política desde el último Congreso Nacional del PP, celebrado en julio pasado y en el que fue elegido Pablo Casado como presidente de la formación conservadora, y sostuvo que lo hubiera hecho «dentro de unos días», al término «de una transición ordenada de sus responsabilidades», pero ahora ha querido adelantar su decisión. Algo que llega justo dos días después de que anunciara la renuncia a su puesto en el Comité Ejecutivo Nacional de los populares.

«Nunca pensé que lo fuera a hacer en un ambiente así (...) No he hecho nada de lo que me sienta avergonzada, pero después de reflexionarlo más he querido adelantar mi decisión unas fechas», añadió, admitiendo que, aunque ha cometido «muchos errores» en su vida, su encuentro con Villarejo hace nueve años «no es uno de ellos».

Su argumento para dejar ahora el escaño es que así libera al PP «de cualquier ataque, por injustificado que sea», sobre todo ante la inminencia de las elecciones andaluzas, y le deja «libre» de «denunciar» la situación que vive el país, con un presidente del Gobierno que lo es «gracias a los enemigos de España».