Un día de trece horas

A.G.M.
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La vida en prisión está marcada por una rutina que marcan los horarios de las comidas y de las actividades. Los reclusos pasan en la celda catorce horas, once de noche y tres en la 'siesta'

La vida en prisión es rutina. Los horarios no cambian de un día a otro y las únicas eventualidades que hacen que una jornada sea distinta a la siguiente vienen por las visitas de la familia o amigos, o las salidas a los juzgados. Para los funcionarios, casi igual que para los reos, con la diferencia de que los trabajadores (en el caso de la organización de Valladolid) solo pasan ‘entre rejas’ poco más de tres días y después descansan durante cinco jornadas consecutivas.

La jornada semanal de todos los funcionarios de Interior -los que están en los módulos con presos-consta de 37 horas y media, que en el caso del Centro Penitenciario de Valladolid se está distribuyendo en dos jornadas seguidas de 14 horas, de 8.00 a 22.00, tras la que llega una de noche en horario de 22.00 a 8.00 (diez horas). A continuación ya disfrutan de cinco días de descanso consecutivas.

La rutina está marcada por los horarios de las comidas, así como de las actividades. «A las ocho se cuenta a los internos, cada uno en su módulo, y ya a las ocho y media se van abriendo las celdas para ir a desayunar. Después, cada uno va a las actividades que tenga pautadas y autorizadas, y, en función de eso, tiene libertad de movimientos por unas zonas u otras», según detallan fuentes penitenciarias a El Día de Valladolid, que enumeran que «hay reclusos que van a la escuela, al cine, a estudiar un idioma, al gimnasio, a los muchos talleres que hay...».

comida y siesta. El turno de las comidas arranca a la una y a las dos se vuelven a abrir las celdas «para que los internos suban y estén allí hasta las cinco». Tras las horas de la ‘siesta’, vuelven a tener otras tres horas con las celdas abiertas para actividades y el turno de cenas arranca a las ocho de la tarde. «A las nueve de la noche tienen que estar todos dentro de su celda, se les va cerrando a todos y ya sí que tienen que pasar toda la noche dentro», concluyen.