Un cumpleaños mortal

A. G. Mozo
-

Guillaume murió de una puñalada a las puertas de la sala Mambo. Dos jóvenes vallisoletanos, Julio O.A. y Marcos O.G., le atacaron tras un par de enfrentamientos previos en la discoteca

Fue un viaje relámpago a España para participar en la celebración del cumpleaños de una amiga, coincidiendo con la celebración de la Semana Blanca, en la que se paran las clases tanto en Francia como en el Liceo Francés, centro educativo de Laguna de Duero al que acudía su amiga. Guillaume Mathieu V.T. tenía la mayoría de edad recién estrenada y el plan era perfecto. En esa época (2008) la discoteca Mambo se convertía en el punto neurálgico de la actividad de los adolescentes vallisoletanos y el paso por Jaleo -su denominación de primera hora de la tarde- era obligado. Guillaume y el grupo de chavales con el que estaba de cumpleaños no faltó a la cita con la sala de la calle San Felipe Neri. Sus verdugos, tampoco.

 

Allí estaban Julio O.A. (17 años), Marcos O.G. (16) y todo su grupo, habituales de los fines de semana en Jaleo. ‘Julito’ y ‘Marquitos’ eran amigos del colegio, pese a que el primero lo había abandonado a los 15 y su única actividad en esos tiempos era el cumplimiento de una pena a seis meses de trabajos en beneficio de la comunidad por una falta de lesiones.
Uña y carne, dicen, pese a que provenían de mundos distintos. ‘Julito’, un joven al que el informe social elaborado para este juicio califica «agresivo», había crecido en «una familia monoparental de un bajo nivel socio-económico», según el citado informe, y que ya había coqueteado varias veces con la delincuencia (algún hurto en el Carrefour de Barrio España y hasta de algún vehículo).

 

‘Marquitos’, en cambio, era un ‘niño bien’: «Hijo único dentro de un núcleo familiar estructurado y socialmente adaptado, con un adecuado nivel socio-económico y con relaciones cordiales entre él y sus padres», decía aquel informe en el que, eso sí, se hacía constar que ‘Marquitos’ no se mostraba «responsable de sus obligaciones académicas», a las que, según decía aquel documento, dedicaba «poco tiempo y esfuerzo» y que, además, sufría «un trastorno por déficit de atención con hiperactividad». Tras estos graves hechos sus padres le enviaron a un internado y llegó a pasar por el Centro de Menores Zambrana a cumplir su pena.

 

Dos peleas y un crimen. Sus mundos confluían en Mambo. Aquel viernes hubo botellón en la zona de Covaresa y luego fueron a Jaleo. A las 21.45 estaban ambos en la discoteca. Allí coincidieron con el grupo de franceses y allí se gestó el irracional crimen. A las 0.05 horas, después de más de dos horas bebiendo en la sala, ‘Julito’ y ‘Marquitos’ tocan el culo a una de las amigas de los jóvenes galos y dos de ellos se lo recriminaron en la misma pista de baile. Marcos soltó un puñetazo y su oponente se lo quedó. Empujones y todos para fuera.
Una vez en el exterior, ‘Julito’ y ‘Marquitos’ vuelven a la carga. Se encaran con dos de los franceses y les dan sendos puñetazos, según dio por probado la sentencia del Juzgado de Menores. A las 0.31 horas, solo 26 minutos después del incidente del culo, aparece ya Guillaume en el exterior de Jaleo. El joven no había participado en ninguno de los incidentes previos, pero se convirtió en el centro de las iras de los que iban a ser sus asesinos. Pura fatalidad. La misma que le llevó a dejarse la vida en un inocente viaje relámpago a España para la celebración de un simple cumpleaños. Un cumpleaños de muerte...

 

El grupo de franceses se acerca a la intersección de Teresa Gil y San Felipe Neri, cerca de donde estaban Julio y Marcos, lo que fue interpretado por el segundo como una provocación, pese a que no la hubo. Solo en su cabeza.
 

 

«Os voy a matar». «Al advertir su presencia, Marcos, sacando del bolsillo una navaja y abriéndola, salió corriendo hacia  los jóvenes franceses, al tiempo que gritaba a todos ellos ‘hijos de puta, os voy a matar’, seguido de Julio y, a más distancia, de otros integrantes del grupo. Cuando llegan a la plaza de San Felipe Neri se encuentran a Guillaume, quien caminaba en su misma dirección aparentemente ajeno a lo que estaba pasando, y cuando se da la vuelta, advertido ya por la proximidad de los dos acusados, Julio se adelanta y le da un navajazo en el abdomen, tras lo cual Julio y Marcos abandonan corriendo el lugar». Es el relato de los hechos que recoge la sentencia del Juzgado de Menores, que acabó condenando a los dos amigos por el irracional asesinato; uno por la autoría y otro por la complicidad, pese a que en sus declaraciones los dos se acusaron mútuamente del crimen y de que ‘Julito’ dijo que ‘Marquitos’ sí llevaba el arma.

 

Aquel navajazo fue mortal. La puñalada en el abdomen tenía dos trayectorias y las dos provocaron lesiones gravísimas a Guillaume Mathieu (una en los vasos que aportan sangre al hígado y otra en el riñón), que murió tres horas y media más tarde en el Hospital Clínico por shock hipovolémico.

 

Rebaja de la pena. El juez de Menores impuso a Julio una pena de ocho años de internamiento y cuatro más de libertad vigilada en calidad de autor material del asesinato, mientras que acordó cuatro años de internamiento y otros dos de libertad vigilada para Marcos O.G., al que después se la rebajó la Audiencia Provincial a 18 y 12 meses, respectivamente, ya que se reinterpretaron los hechos sobre su participación, al pasar de autor por omisión (por esgrimir él esa navaja y no hacer nada por evitar el crimen) a cómplice.