Asaltos con denominación de origen

A.G.M.
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El 90% de los ladrones de pisos pertenecen a bandas itinerantes que se desplazan para cometer los robos. De Madrid llegan grupos de georgianos especializados en 'bumping' y desde el sur de Cataluña viajan clanes croatas que despliegan a sus mujeres

El ‘bumping’ y la ‘magic key’ son un arte muy georgiano. Lo del resbalón es cosa de las croatas. Y para el ladrón autóctono quedan los métodos más rudimentarios, tales como la palanqueta, el ‘fractura bombines’ o, en el caso de los más refinados, el extractor de bombín; «con todos se hace ruido y las marcas son muy visibles, pero entrar, se termina entrando», tal como detallan fuentes policiales a El Día de Valladolid.

Los asaltos a domicilios, como los vinos, tienen su denominación de origen y en este tipo de delitos son las bandas itinerantes llegadas de Europa del Este las que se llevan la palma, hasta el punto de que se calcula que estos grupos vienen perpetrando nueve de cada diez robos con fuerza en viviendas que se dan en la capital. «Siempre van en busca de joyas y dinero, es decir, objetos que no se puedan rastrear y que sean fáciles de transportar, desechando telefonía móvil y los objetos voluminosos que puedan encontrarse, con el objetivo de salir con las manos en los bolsos y así no llamar la atención de un testigo», explica el jefe del Grupo de Robos de la Brigada Provincial de Policía Judicial de la Policía Nacional en Valladolid, que diferencia, así, con los ladrones nacionales «que van por libre» y que actúan en «pisos de fácil acceso para llevarse lo que encuentran».

SEIS BANDAS EN VALLADOLID. El problema para la Policía está en la elevada itinerancia con la que operan esas bandas, capaces de dar una batida de tres o cuatro pisos en un día y desaparecer de la ciudad. «Es una delincuencia que es muy especializada y que, normalmente, no está asentada en la ciudad, sino que son ladrones que van y vienen para robar, y ni siquiera duermen, para así dificultar su detección», apunta este inspector, que detalla que «son muchísimos los grupos que están activos en España». Solo en Valladolid ya han detenido en lo que va de año a cinco grupos de croatas y uno de georgianos.

Porque esas son las principales denominaciones de origen en esto de los robos en pisos. Los georgianos suelen estar radicados en Madrid y jamás pernoctan cuando actúan en Valladolid, aprovechando que se asientan a 200 kilómetros. Son bandas que solo hacen este tipo de robos y «muy especializados en ‘bumping’ y llave mágica», según detallan las fuentes consultadas por este periódico.

Las croatas, en cambio, están afincadas en el norte de Castellón y el sur de Cataluña. «Son clanes familiares que suelen desplazarse hasta Valladolid, pernoctando en pisos turísticos, aprovechándose de la alegalidad de estas viviendas y de la falta de control que hay ahí sobre las personas», argumentan. «Son muy rudimentarias, no como los grupos georgianos, porque lo que hacen es aprovechar puertas cerradas solo con el resbalón, sin dar las vueltas a la llave. Ellas no son refinadas, si no pueden entrar al resbalón, lo hacen a lo bestia, con un destornillador y apalancando, aunque, claro, así hacen más ruido y necesitan más tiempo».

Estas bandas croatas ‘usan’ a sus mujeres para «dar la cara». «Son los hombres los que planifican, los que conducen hasta la ciudad elegida y los que ‘reparten’ por una zona a las mujeres; y ellas son las que, de forma casi obligada, deben robar, con lo que , en muchos casos, son ellas también víctimas a las que les quitan hasta la documentación».

El jefe del Grupo de Robos de la Brigada de Policía Judicial aporta más datos sobre estas bandas que ya han sido detectadas en varias ocasiones en Valladolid: «Vienen en un coche con cuatro personas, uno o dos hombres, y dos o tres mujeres, que son las que andan dando palos por ahí. Son todas muy parecidas: jóvenes, bajitas, con el pelo largo y moreno... y todas con el mismo despacho de abogados para toda España, uno de Reus».

PISOS TURÍSTICOS. Al tener en el sur de Cataluña (y norte valenciano) su base de operaciones, se suelen servir de los pisos turísticos para pernoctar. «Es algo que nos trae de cabeza por la falta de control. Es un acuerdo entre particulares y en muchas ocasiones no se identifica a la gente, lo que nos complica la vida a la Policía, porque ya hemos detectado varios grupos que se han quedado en pisos de este tipo en Valladolid», lamenta el inspector, si bien recuerda que «en el caso de Castilla y León ya hay un acuerdo de control, pero haría falta un acuerdo de ámbito nacional, dado que esta gente se mueve por todo el país y sería una forma de poder detectar sus movimientos».

En lo que sí coinciden tanto los georgianos como las croatas es en el modus operandi previo al robo y en el que «tratan de evitar que haya gente en los pisos». «Estos grupos lo que intentan es asegurarse de que no hay nadie en la vivienda. No es cierto eso que se piensa de que vigilan a la víctima, esperando a que salga, para entrar. No es algo tan sofisticado, sino que llaman abajo, al portal y, si no les contesta nadie, pues se meten para dentro aprovechando que sale alguien, o usando un trozo de plástico rígido para salvar el resbalón de la puerta del portal. Suben al piso elegido, llaman varias veces, ponen la oreja para ver si no hay ruidos y, si todo está en orden, entran», explica el jefe del Grupo de Robos.

La primavera pasada se detectó un método de control sobre los pisos más sofisticado que el mero timbrazo. Una banda georgiana, que estaba radicada en Logroño y que acabó cayendo en Valladolid en agosto con medio centenar de asaltos en su haber, colocaba unos pequeños plásticos transparentes a modo de testigos en las puertas de su posibles víctimas. «Eran unos plásticos muy duros, transparentes y pequeñísimos, imperceptibles prácticamente porque los ponían en el quicio de la puerta o en el marco, en la parte de abajo», según recuerda este investigador. «Ellos venían por las noches, se metían en una comunidad y la llenaban de plásticos. Volvían a los dos días y entraban en todos en los que no se hubiesen caído los testigos, señal de que nadie había entrado en esa vivienda», apostilla. «Estuvimos montando servicios muchísimas noches, ya que la gente nos avisaba de que había detectado plásticos en su comunidad, pero era difícil acertar porque lo hacían en varias comunidades al mismo tiempo. Al final tuvimos suerte, a mediados de agosto, y se les detuvo».

DISCRECIÓN. La banda actuaba con tal discreción que les llevó a robar durante más de tres meses sin ser detectados. «Hay dos grandes métodos de entrada en los pisos: usando la fuerza bruta, es decir, rompiendo el bombín o la puerta (en la fotografía, de un robo de Valladolid, se puede ver una que había sido apalancada); o siendo discretos, como el ‘bumping’ o la ‘magic key’, que no dejan ningún tipo de señal y no se hace apenas ruido», explica este inspector, que está especializado en ese tipo de delincuencia desde hace diez años.

El método estrella ahora mismo es el ‘bumping’, el sistema elegido en el «80% de los robos en pisos de Valladolid». «Es una vía muy rápida, sencillo y prácticamente infalible. Es para las llamadas cerraduras multipunto y se utiliza una llave maestra con un muelle y mediante golpecitos, consiguen hacer saltar los pistones en treinta segundos. En internet hay multitud de vídeos donde te asesoran y gente que las vende, por desgracia».

La ‘magic key’ o ‘llave mágica’ se usa para abrir cerraduras de tipo pala. «Son puertas acorazadas, las más difíciles de abrir, pero al final se abren porque esta gente lo abre prácticamente todo», argumenta el jefe del Grupo de Robos, quien sí apunta que «cada vez hay menos especialistas en esto de la ‘magic key’», que es «un instrumento de cerrajero que les permite sacar la posición de todos los dientes de la cerradura». Son los dos métodos más utilizados por las bandas de georgianos.

El siguiente escalón es el de los resbalones, la especialidad de las jóvenes croatas. Ellas eligen solo las puertas cerradas sin dar vueltas a la cerradura y, para ello, utilizan un plástico duro con el que hacen saltar el resbalón «en cuestión de segundos».

CON RUIDO. A partir de ahí llegaría el ruido, el de los que apalancan o el de los ladrones (casi siempre nacionales) que utilizan métodos como el extractor o el ‘revienta bombines’.

«El extractor es un aparato que se utiliza para robar coches o para entrar en viviendas. En la parte de adelante se inserta un tornillo de acero y se van dando vueltas desde atrás, de manera que el tornillo va entrando y casca la cerradura. El mecanismo queda a la vista para que, con una llave de leva común, se pueda acceder al mecanismo y abrir la puerta. Es un método un poco arcaico, pero que todavía se sigue utilizando», detalla.

«El ‘fractura bombines’ es una herramienta larga que lo que hace es romperlo. Quitan el escudo que lo protege, meten la pieza en la cerradura y lo fracturan», añade el inspector.

 

 

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