Un tercio de los robos de pisos se cometen en verano

A. G. MOZO
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Las bandas de ladrones evitan actuar en pisos con los moradores dentro, por lo que incrementan su actividad coincidiendo con el verano.En el último hubo 170 casos, un 11% más que el año anterior y a una media de casi dos asaltos diarios en Valladolid

Las frías estadísticas desvelan que cada verano se registran en España más de 25.000 robos en viviendas; de media, en cada hora estival, hay grupos de ladrones entrando en doce pisos simultáneamente por todo el país. En Valladolid las cifras no llegan ni a los dos robos diarios durante los meses de julio, agosto y septiembre, a pesar de que es la época que más asaltos en pisos concentra, fundamentalmente, en la capital, donde un tercio de los más de 300 robos en domicilios que se sufren tienen lugar en verano.

«Sin duda, es la peor época del año», confirma el jefe del Grupo de Robos de la Brigada Provincial de Policía Judicial (BPPJ) de la Policía Nacional en Valladolid, porque «la gente está fuera de sus domicilios y eso da mucho margen al ladrón, que sabe que los moradores no van a volver de repente». «En cambio, a nosotros nos da muy poco margen, ya que complica la investigación porque las víctimas denuncian el robo días después y ni siquiera nos saben decir cuándo ha sido y, para entonces, los ladrones llevan varios días lejos de aquí», apostilla este inspector de Policía, con diez años de experiencia en la materia.

La Policía juega con otro factor en contra, además del tiempo, pues los ‘malos’ les ganan en número. «Son muchos los grupos que hay activos en España y sabemos de su itinerancia y que se desplazan por el territorio nacional todos los días, pero, sobre todo, durante el periodo estival, aprovechando que la gente se suele ir de vacaciones y dejan las casas vacías», añade.

LOS DATOS DE 2017. Las últimas estadísticas sobre delincuencia en verano corresponden a los datos del pasado 2017. De los 170 robos en domicilios contabilizados por el Ministerio del Interior en Valladolid (en julio, agosto y septiembre), 92 se registraron en la capital y los otros 78, en la provincia. Son un 11% más que los 153 que se sufrieron en el verano de 2016 (96 en la capital y 57 en la provincia), pero sí parecen confirmar una vuelta a la senda negativa que se marcaba con las cifras de hace un lustro cuando el dato se iba a los 205 robos (117 de ellos tenían lugar en la capital). En 2015 se consiguió reducir esas cifras casi a la mitad (123 casos, 60 en la capital) pero los dos últimos años apuntan una tendencia al alza cuya confirmación (o no) depende de lo que pase este verano.

Porque el verano es el principal agujero negro para los agentes que investigan este tipo de delitos en la capital. El dato varía en función de los años, pero, aproximadamente, un tercio de los robos en pisos que se sufren cada año tienen lugar en el periodo estival. En 2013 y 2014, los peores años de los registros del Ministerio del Interior, se rozaban los 400 casos anuales en la capital vallisoletana, para bajar en 2015 y 2016 a la franja de los 300 y volver a subir en el pasado 2017 a los 328 asaltos en viviendas.

En el caso de las zonas rurales, las estadísticas son casi idénticas en 2013 y 2014 (391 y 398 delitos de robos con fuerza en domicilios, respectivamente), experimentaron una bajada algo menor en 2015 y 2016 (350 y 356) y ya en 2017, la Guardia Civil logró dejar en 303 los casos detectados en la provincia.

Al contrario de lo que ocurre en la capital, en los pueblos la mayor parte de los robos en viviendas no se produce en verano, ya que son épocas con más vecinos y con más casas habitadas, sino que se vienen concentrando o bien en los meses de otoño (octubre, noviembre y diciembre) o en los de invierno (enero, febrero y marzo); aquí el patrón no es tan concluyente.

Porque, en uno u otro caso, lo que no quieren estos ladrones son problemas. «Siempre buscan una casa vacía. A esta gente lo último que le interesa es que alguien les vea, ni enfrentarse con nadie, para no convertir el delito de robo con fuerza en un robo con violencia», tal como detalla el jefe del Grupo de Robos, quien explica que, «en ocasiones, al ser sorprendidos por los moradores, se dan a la fuga de vacío, porque no es lo mismo tener que enfrentarse a penas de entre dos y cinco años de prisión, que de entre tres y diez años; por el mismo botín, porque no les compensa». La proporción de robos en casas vacías y habitadas «no llega a una de cada cien» en Valladolid: «Y si entran en una vivienda con gente, asumiendo ese riesgo, es porque tienen información previa de que ahí pueden obtener un botín muy importante». «Son bandas itinerantes, con gran movilidad por todo el país y que suelen utilizar el ‘bumping’ como método estrella en sus robos, porque es ‘limpio’ y muy rápido», detallan.

DEJAR LA RADIO PUESTA Y SER UN VECINO SOLIDARIO. «Nadie está libre de ser víctima de un robo en su domicilio. Es algo que le puede pasar a cualquiera», advierte el jefe del Grupo de Robos de la Brigada Provincial de Policía Judicial de la Policía. Ellos trabajan en «puntos calientes» -barrios como Huerta del Rey o Parquesol, cercanos a la autovía A-62 y con numerosos bloques de viviendas-, conocen el perfil de los sospechosos, tienen el apoyo de los ‘zetas’ que están en la calle... pero admite que «también influye la suerte», por lo que apela a la «solidaridad vecinal».

Una colaboración clave tanto para evitar los asaltos, como para ayudar a la Policía a dar con unos ladrones especialmente escurridizos por su itinerancia. «Vivir en comunidad implica ser solidario, porque todos somos víctimas potenciales de sufrir un robo», apunta el jefe del Grupo, que recuerda que «hay que fijarse si hay gente ajena a la comunidad entrando o saliendo, si se oyen ruidos en el rellano o la puerta de al lado, detalles que son clave».

MEJOR UNA FALSA ALARMA. El inspector reconoce que son unos ladrones «muy difíciles» por esa elevada itinerancia con la que se opera. «Dependemos mucho de la colaboración ciudadana, para que se nos avise de cualquier cosa sospechosa. Es mejor una falsa alarma, que dejar escapar a un grupo de estos delincuentes».

Y no olvidarse de una serie de medidas de autoprotección, que empiezan por tener una puerta acorazada para, al menos, «evitar que la apalanquen o la arranquen a lo cafre», según detalla el jefe del Grupo de Robos, que admite, en cualquier caso, que otra cosa es evitar que entren, porque «lo que es la cerradura, sí que la abren». «Mucha gente recurre a poner una segunda cerradura, que también te la abren si quieren, pero igual te descartan por pura economía de medios y tiempo», apostilla el inspector, que cree que «dejar una radio puesta» puede ser una de las mejores medidas de protección. «Parece una bobada, pero eso de que escuchen ruidos, les puede echar para atrás».

el verano. Junto a esa radio que disuada a los ladrones, la lista de consejos para las salidas estivales del domicilio pasan por clásicos como no dejar completamente bajadas las persianas o que vaya alguien a vaciar el buzón, incluso por recomendaciones tan obvias como dejar las ventanas y puertas bien cerradas, estas con llave, y no desconectar el timbre (ni guardar una copia de la lleva debajo del felpudo). Asimismo, «no dejar en el domicilio dinero ni joyas o que se oculten en la cocina o el baño, lugares donde no suelen buscar los ladrones». Junto a esas, las de los nuevos tiempos, las de evitar la difusión en redes sociales de sus destinos y movimientos estivales.

 

 

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