Mi director me ha retado. No un reto del tipo Pablo Motos-Pilar Rubio. Básicamente porque el que dirige El Día de Valladolid es más alto y bastante más moreno que el presentador de El hormiguero y al que está leyendo, solo con echar un vistazo a su nombre, poco se va a parecer a la colaboradora de dicho programa. El reto del que hablamos es un poco más complicado.
¿Tiene 6 euros en su bolsillo? Vamos, venga conmigo. Le prometo que desayunará, comerá y cenará sin gastarse ni un céntimo más en Valladolid. Bueno, si quiere se lo puede gastar. Pero no le hará falta. Incluso, si es listo, le puede hasta sobrar.
Sin trucos -bueno quizá alguno-, pero real. Probado y testado por uno mismo. He desayunado, comido y cenado, y me he gastado exactamente 6 euros (1.000 de las antiguas pesetas como aún dice más de uno). Un euro para el desayuno, tres para la comida y dos para la cena. Ni un céntimo más. Incluso alguno menos.
¿No se lo creen? Sigan leyendo.
El desayuno, en mi caso a eso de las diez de la mañana (no, no madrugamos los ‘junta letras’), quizá sea lo más sencillo y donde está ese pequeño truco del que hablaba antes. Cada vez son más los bares que apuestan por los desayunos llamados anti-crisis, en los que con su café, café con leche, cortado o cacao le ‘regalan’ un bollo, un pincho de tortilla o una pasta. ¿No conoce ninguno? El Liverpool, el Papillon, La Tasca del Alarcón... son solo tres ejemplos en zona centro o muy cerca. Todos con un mismo precio, entre 1,20 y 1,25 euros por ese café, un pincho de tortilla y algo dulce (sobao, mini magdalena...). Pero no, buscamos rizar el rizo. Solo 1 euro. Y los hay. El Colmadito es uno de ellos, pero nosotros nos paramos en el Pispajo, que regenta Gonzalo desde hace dos años.
Muy cerca del Teatro Calderón, este pequeño establecimiento ofrece a sus clientes un café (muy buen café, por cierto), con una tostada de pan, con aceite y azúcar, y un pequeño zumo de naranja (natural y exprimido manualmente por el dueño del local) por esos 100 céntimos -vamos 1 euro-. «Desde que abrí me pareció un precio adecuado. Entiendo que la gente lo pueda subir pero el café es trabajo y lo veo un precio adecuado», señala Gonzalo ante la incredulidad del que escribe al verle trabajar. Prepara cada café con pasión y esmero -un trébol o un corazón es su firma final en forma de decoración con la espuma-: «Empecé de forma autodidacta y cuando cambié de cafetera aprendí de un barista». A ese café le añade una tostada y un zumo de naranja. En función del día tiene más o menos cantidad, ya que la primera parte de la mañana la dedica a preparar los ‘obsequios’ del café.
Con un buen sabor de boca, la dosis de cafeína justa y una tostada más el zumo, empiezo la jornada con otro humor. ¿Usted desayuna más? Tiene por 1,80 pincho de tortilla o tostada de pan más grande.
Tras unas horas de ordenador y otros quehaceres es el momento de dirigirme al Bar Gredos, que regentan Julián de la Fuente y su hijo, José Antonio, desde hace 28 años. En pleno barrio de Delicias, lleva seis años ofertando un menú a 5 euros (con tres primeros, tres segundos, pan, bebida y postre). Pero la suerte me acompaña y hoy es viernes (segundo truco), y ese día la oferta es aún mejor: dos primeros, dos segundos, pan bebida y postre a... 3 euros. «Empezamos hace dos años con un viernes al mes, luego dos y ahora todos», señala José Antonio mientras atienda una de las 8 mesas que tiene en su local (unos 30 comensales caben). Hoy hay sopas de ajo o macarrones de primero y albóndigas y pescado rebozado de segundo (ambos vienen con patatas fritas). Pido agua, aunque me ofrecen también vino con gaseosa por el mismo precio.
«Normalmente tardo una hora y media en hacer la comida, y sí es rentable pese a lo que piensen», señala Mari Carmen, la cocinera, que siempre ofrece ensalada en verano y plato de cuchara en invierno.
Eso sí, no sean remolones, que la oferta es de una de la tarde a tres. Luego podrá comer pero fuera de ese menú. «También tenemos servicio a domicilio», añade José Antonio, con su padre atendiendo la barra y su tío, Juan Carlos, ayudando en las labores de mesas y en ese reparto.
Una pieza de fruta (hasta cinco me ofrecen) o una tarrina de chocolate como postre y dispuesto a pasar la tarde con el estómago lleno y 3 euros menos en el bolsillo.
La tarde se hace dura. No llega el momento de salir del trabajo para ir a cenar. Tengo solo 2 euros para gastarme en la última de las comidas del día y, aunque el refrán dice ‘desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo’, las seis horas que llevo ya delante del ordenados me invitan a pensar que voy a cenar como un rey o, al menos, un príncipe.
Me dirijo, tras pensar en la Mejillonera, el Grove o las Tres Bellotas, a un nuevo local en el barrio de San Juan. Apenas lleva dos meses abierto, aunque es muy conocido en Palencia, donde lleva años funcionando. Se llama el Trompicón, en la calle Santa Lucía. Pido una caña sin decir nada, me atiende Lucio, el que controla la plancha, «el planchador», dice él. Aunque pronto sale su dueño, Carlos Calleja. Joven. No tengo claro qué cenar. He visto fuera que tienen menú al mediodía por 5 euros (otro sitio para apuntar; como el Comedor Universitario Alfonso VIII, por 5,5; o Las Tablas de Cigales, en La Victoria, donde puedes comer un cocido o una fabada por 5,49, para los que hay días en los que apuntarse), pero me fijo en una tabla gigante con precios: 0,5 el torrezno; 1, huevos fritos; 1, lomo o pincho moruno; 2, picadillo...
Miro mi bolsillo y pregunto al dueño. «¿Por dos euros? Podría ser una de torrezno, dos huevos y un vino. O una tortilla francesa en plato y una caña...», responde rápido. ¿Y si pido agua? Pienso... «El botellín te sale por 0,6 euros», añade.
Pues ya está, decidido. Este es mi sitio. Una de torrezno (realmente es una especie de panceta), unos huevos fritos y un chato de vino/corto de cerveza. Total, 2 euros. ¿Es mucha comida para cenar? Quite algo y encima le sobrará. Si se queda solo con los huevos y un botellín de agua le sobrarán 40 céntimos.
«Tenemos un menú todos los días de la semana al mediodía, incluidos los domingos, con cocido completo o paella más carne en invierno; y ensaladilla rusa y carne o paella y carne a partir a ahora que llega el buen tiempo. El resto está siempre a disposición del cliente», aclara Carlos, con un local para 85 comensales, muy contento con la respuesta de la clientela y sin ocultar que conoce la ciudad -con una especie de estudio de mercado- y sabe que sus precios son asequibles: «Lo que buscamos es calidad-precio. Y estamos muy contentos».
Él está contento. Mi bolsillo, también. Dos euros bien invertidos y para casa, que el día ha sido duro. Los que me conocen saben que lo de ir para casa es una mentirijilla... soy ave nocturna.
Recapitulo. He desayunado un café con leche, una tostada y un zumito por 1 euro; he comido un plato de macarrones, unas albóndigas con tomate y patatas; y una naranja, más pan y agua, por 3; y he cenado un torrezno (panceta), dos huevos fritos con un vinito por 2.
Creo que si no me salen mal las cuentas me he gastado 6 euros en desayunar, comer y cenar, he cumplido mi reto.
Así que Juanjo (mi director, para los que no lean la página 2 o la 4-5 de este periódico), ¡te toca, propón otro! Ya te doy una pista, desayunar, comer y cenar en Valladolid por todo lo contrario (sin límite económico). Pero en las mismas condiciones, las notas de gasto las paga la empresa.