Jesús Redondo: «Fue Miguel Delibes el que me animó a dedicarme a esto»

Óscar Fraile
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Este vallisoletano es uno de los dibujantes del Capitán Trueno

Jesús Redondo no era buen estudiante. No lo fue en el colegio y tampoco en la Universidad, donde cursaba Derecho. Ni siquiera la figura del profesor Miguel Delibes, Don Miguel, como le llamaba él, le inspiraba. A Jesús siempre le había gustado dibujar y un día se armó de valor y le presentó sus trabajos a Delibes, que por entonces también era director de El Norte de Castilla. Ante la calidad de los dibujos, la respuesta del escritor fue contundente: «Márchese usted de aquí, porque yo le puedo hacer un contrato en el periódico para hacer una tira, pero va a ser leonino y con nulas posibilidades de promoción... váyase a Madrid», dijo.

Dicho y hecho. Al día siguiente hizo las maletas y se plantó en la capital. «Por entonces dabas una patada a una piedra y salían 16 empleos», asegura. No tardó en colocarse en la agencia de publicidad Cid. No era su empleo soñado, pero servía para hacer camino. Un año después se casó y durante el viaje de novios surgió la posibilidad de colaborar con la «todopoderosa» editorial Bruguera. «Me quedo con los tebeos», decidió casi sin caer en la cuenta de que este paso suponía el inicio de una carrera que le ha llevado a ser una de las personas más respetadas del mundo del cómic.

Y todo lo ha conseguido sin salir de su Valladolid natal, aunque en su día tuvo que viajar mucho para hacerse un hueco. En los años 60, sin internet, había que coger la maleta, la carpeta con las láminas y llamar a muchas puertas. Pero él no tenía problema en viajar a Londres, Suiza y Nueva York para presentar sus trabajos. Y le ha ido bien, puesto que esta ha sido siempre su única fuente de ingresos.

Y todavía se resiste a utilizar el «trasto diabólico», que es como se refiere a los ordenadores. Ni idea de Photoshop. «Es brujería», dice. Redondo es un artesano del cómic, de los que siguen aferrados al papel, la pluma y el rotulador. En más de medio siglo atesora multitud de trabajos, pero por el que más se le conoce es por ser uno de los más de 20 dibujantes que ha tenido el Capitán Trueno. «Es una mínima parte, pero es lo más conocido de todo lo que he hecho para España», reconoce.

Pero él dice que no es lo mejor de su obra. Si tuviera que elegir, con las dificultades que eso supone, se quedaría con los cuentos para niños que ha ilustrado en Estados Unidos y con Edward. un personaje de una revista para adolescentes. «Era muy despistado, feo y siempre metía la pata, pero es mi gran personaje», concluye.