El PP abre etapa con el propósito de enmendar una legislatura casi en blanco en el mapa de autovías

Pablo Álvarez / Valladolid
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La proximidad de las elecciones rescatan del olvido proyectos viarios de la región atascados una década. Concluye un ciclo con apenas un centenar de kilómetros nuevos en servicio

Será la crisis o que las prioridades han sido otras, pero lo cierto es que la legislatura que termina este año ha pasado casi en blanco en lo que se refiere a inversiones en autovías del Estado en Castilla y León. Sin financiación suficiente, apenas un centenar de nuevos kilómetros abiertos y todos ellos en tramos que dado su retraso se pueden considerar históricos. Tres hitos destacados: la Zamora-Benavente (hecha ahora pero que se pagará en el futuro), con la que concluye la Ruta de la Plata; la conexión de Soria a la red de alta capacidad (con Madrid) mediante la A-15; y la conclusión de la variante de Aranda de Duero. 
Dentro del conjunto de recortes, las inversiones en carreteras han sido las que se han llevado el mayor tajo y ahora que parece que llegan tiempos mejores el Partido Popular pretende enmendar una legislatura en blanco, con más dinero para obras nuevas; especialmente en una obra simbólica por el tiempo que lleva a la espera: la Autovía del Duero. 
De los cinco presupuestos elaborados por el Gobierno de Mariano Rajoy, el de 2016 -que tendrá que gestionar el ejecutivo que emane de las urnas en diciembre- destinará 105,8 millones a nuevas carreteras, la cifra más alta de este periodo ya que en los dos primeros, aunque la partida era mayor, más de la mitad del dinero que recogía se destinaba a pagar expropiaciones y facturas en el cajón que dejó el Ejecutivo socialista. 
Con una perspectiva más larga de una década en la que se mezcla la época de mayor expansión económica con la peor crisis que se recuerda, Castilla y León ha logrado sumar a su red de alta capacidad dependiente del Estado un total 459 kilómetros de autovías o autopistas, aunque la evolución más llamativa se produjo en 2008 y 2009 con 300 kilómetros en servicio. 
 
Dos etapas. Los últimos diez presupuestos del Estado (los nueve ejecutados y el que está en tramitación) suman 2.194 millones invertidos directamente por Fomento y otros 791,2 millones más a través de la Sociedad Estatal de Infraestructuras de Transporte Terrestre (Seittsa) destinados a nuevas carreteras, que suman un total de 2.965 millones de euros.  De ellos, 2.147 se gestionaron durante la etapa de bonanza económica, bajo el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y los 818 millones restantes, bajo las órdenes de Rajoy, con la ministra de Fomento Ana Pastor como ejecutora. 
En la etapa socialista, las carreteras de Castilla y León pasaron del cielo al ocaso en un periodo de solo dos años. Los presupuestos de 2009 destinaron a autovías 780 millones de euros (casi tanto como las cinco cuentas del Partido Popular) una cifra que se quedó en 112 millones en 2011, cuando Europa dijo basta. Esta cantidad también se repitió en 2013, ya bajo la batuta popular. Los dos ejercicios más rácanos para las infraestructuras viarias regionales. 
Las primeras cuentas de Ana Pastor al frente de Fomento aumentaron, sobre el papel, el dinero para las carreteras. Pero allí se quedaba casi todo puesto que buena parte del presupuesto se tenía que destinar a pagar las facturas en el cajón que dejó su predecesor, José Blanco. En concreto, en 2012 de los 106 millones previstos para construir nuevas autovías, 39 se configuraron dentro del epígrafe ‘Abono de expropiaciones. Obligaciones de ejercicios anteriores’; al año siguiente, de 203,3 millones, 151 tenían este mismo fin. Un lastre que impidió avanzar en otras infraestructuras.
 
Olvidos. No sólo la falta de presupuesto  explica la dilación en el desarrollo de algunas obras que se pueden catalogar de históricas por el tiempo que tardan en desarrollar. También la falta de una conciencia política de la importancia de algunos proyectos. Como muestra, cuatro ejemplos, dos de aceleración y dos de empantamiento. 
La Autovía de la Plata (A-66) experimentó un acelerón durante los años de bonanza con ejercicios en los que el Ministerio de Fomento a presupuestar hasta 167 millones de euros para el impulso de catorce tramos. Eso era 2009, ese año y el siguiente se concluyó casi todo el trazado regional, a falta del tramo entre Zamora y Benavente, que a pesar de la crisis y de que no  hay presupuesto también se logró desbloquear por medio del método de la concesión y que ha permitido concluir la infraestructura este año y conectar Huelva con Gijón en autovía. 
La unión entre Ávila y Salamanca experimentó un empuje en cuatro años que permitió ponerla en servicio después de años de retraso, eso sí. En 2009 se presupuestaron 193 millones en ocho tramos. 
Ejemplo de todo lo contrario, del retraso es la Autovía del Duero. Completada la conexión de Valladolid a Zamora, la continuación hasta Soria por el este, y la frontera con Portugal por el oeste, ha encontrado siempre alguna excusa para no salir adelante. Ahora parece que sale del letargo, desde Aranda de Duero hacia la capital soriana pero todavía hay 169 kilómetros que esperan el sueño de los proyectos. 
La unión de Valladolid y León vive una situación similar. Fomento quiere dar fluidez a la salida de ambas capitales y en ese tramo pone todos los euros sin embargo, para el núcleo más largo, los 93 kilómetros restantes, se limita a que figuren en el presupuesto partidas simbólicas para redacción de proyectos con el único objetivo de que los alcaldes no se levanten en armas, pero sin voluntad clara de impulsar la obra.