Entre Valladolid, Escocia y las urnas

Óscar Fraile
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Los escoceses en Valladolid y los vallisoletanos en Escocia siguen con mucho interés una votación que hoy podría iniciar el proceso de separación de ambos países

Mike Church y Petrina Moir posan con sendas banderas de Escocia en la Plaza Mayor de Valladolid. - Foto: Jonathan Tajes

Escocia vivirá hoy un día histórico con una votación que decidirá si se independiza del Reino Unido después de 307 caminando de la mano. Durante las últimas semanas los partidarios de la secesión y los de la unidad han redoblado sus esfuerzos para convencer a unos indecisos que podrían ser decisivos.

Evidentemente, una votación de este calado trasciende las fronteras del Reino Unido. Todo el mundo está pendiente de la consulta, especialmente los ciudadanos escoceses que se ven obligados a vivir este proceso en la distancia.

Uno de esos casos es el de Petrina Moir, que nació hace 36 años en Escocia, aunque a los siete se mudó con su familia a vivir a Gales. Ya con 20 aterrizó en Valladolid, donde se gana la vida como profesora de inglés. Además, se da la circunstancia de que su padre, ya fallecido, estuvo implicado políticamente en los partidos independentistas tanto de Escocia como de Gales. No obstante, ella no lo tiene tan claro. «Estoy muy orgullosa de mi país, Escocia, pero no comparto la visión de los nacionalistas porque proyectan una imagen demasiado agresiva», asegura.

La vallisoletana Ana de Bonrostro vive desde hace diez años en Edimburgo.La vallisoletana Ana de Bonrostro vive desde hace diez años en Edimburgo. - Foto: El Día Por eso ella es partidaria de que el ‘no’ triunfe hoy en las urnas, pero deja claro de que es partidaria de que las particularidades de Escocia y sus señas de identidad debe ser reconocidas. «Ahora hay una tendencia a globalizar, debemos estar juntos, sobre todo en lo económico», opina.

Moir todavía tiene muy presente que su familia se tuvo que ir de Escocia porque la petrolera en la que trabajaba su padre quebró. Cabe recordar que el Reino Unido es el primer productor de la Unión Europea, pero Escocia reclama el 90 por ciento de las reservas. «Siempre dicen que tenemos suficientes reservas de petróleo, pero nosotros y otros familiares nos tuvimos que ir de allí», se queja esta profesora.

El tema económico es uno de los que más dudas genera a Moir en el caso de que Escocia se independice. «No creo que sea viable porque nuestras infraestructuras se reducen a Edimburgo y Glasgow, en el norte no hay nada», explica Moir, que también reconoce el potencial de su país en hostelería, pescado y whisky, aunque este producto «está muy ligado al ocio, que es lo primero que se suprime durante las crisis». La docente dice que «hay muchas destilerías, pero solo van a quedar las que tengan más prestigio».

Ella es partidaria del ‘no’, aunque es consciente de la rivalidad que existe en el Reino Unido entre ingleses, galeses y escoceses. Unas diferencias que, como no, alcanzan su máxima expresión en los partidos de rugby, uno de los deportes más importantes del país, junto al fútbol. Moir lo vive en su propia piel.

Eso sí, no ve muchos paralelismos entre el proceso de Escocia y el de Cataluña. «Nosotros ya fuimos un país y ellos siempre han sido una región, no hay comparación posible».

Otro de los escoceses que estará muy pendiente hoy de lo que pase en su país es Mike Church. También trabaja como profesor de inglés en una academia de la calle de la Pasión y lleva en España ocho años, si bien el hecho de tener muy poca familia en Escocia ha hecho que establezca más distancia con sus orígenes. «Estoy orgulloso de ser escocés, pero no tengo intención de volver», asegura.

A diferencia de su compatriota, cree Escocia sí que sería viable económicamente, aunque dice no estar «ni en contra ni a favor» de la independencia. «Me parece bueno para ellos, porque tienen muchos recursos e industrias», dice.

Como muestra de la influencia que puede tener el resultado de hoy, basta con señalar que Church está inquieto por los problemas que le podría generar para trabajar en España el hecho de que Escocia pudiera salir de la Unión Europea. Le faltan dos años para cumplir una década en España, el plazo establecido por el Ministerio de Justicia para poder conseguir la nacionalidad española. «Eso me da un poco de miedo», reconoce este profesor que está a punto de cumplir 38 años y dice sentirse de Edimburgo, a pesar de haber nacido en un pequeño pueblo de Escocia.

Según él, las aspiraciones independentistas van por zonas. «Por ejemplo, en la zona de Aberdeen hay muchos nacionalista, en contraste con Edimburgo, que es una ciudad más cosmopolita».

Respecto a su identidad, Church lo tiene claro. «No me siento inglés, me molesta que me lo llamen, porque yo soy escocés».

Vallisoletana en Escocia. La otra cara de este vuelo de ida y vuelta es la de Ana de Bonrostro Palacios, una vallisoletana que vive desde hace una década en Edimburgo. Allí trabaja como maestra de Infantil en Roseburn Primary School. «Estoy aquí por amor, porque mi marido vino a hacer un doctorado y yo le acompañé», señala.

De Bonrostro asegura que «en las últimas semanas se nota en las calles la movilización ciudadana, pero en un ambiente de cordialidad y respeto».

Ella espera que Escocia siga formando parte del Reino Unido, aunque reconoce que la votación de hoy será muy ajustada. Con todo, destaca que la convivencia entre unos y otros es «envidiable».

Como en el caso de Moir, tampoco ve paralelismos con el caso de Cataluña. «Las diferencias son mayores que las similitudes y los contextos históricos y políticos son completamente diferentes», concluye.