La situación económica y la importante rebaja en los precios de venta de garajes privados en el barrio de La Victoria han provocado que el parking para residentes de la plaza de la Solidaridad sólo haya vendido siete de las 273 plazas que ofertaba, según confirmaba el propio alcalde esta semana.
Desde su inauguración en febrero de 2011, muy pocos vecinos se han mostrado interesados por adquirir una de estas plazas cuyo precio, inicialmente, oscila entre 14.600 y 15.800 euros para vehículos y 6.00 para motocicletas. Un coste que se incrementaría si se modifica el formato inicial de cesión de uso de las plazas por un período de 50 años por el de la venta indefinida, que el Ayuntamiento ya ha puesto en funcionamiento en el aparcamiento de la avenida de Palencia y en el del paseo de Zorrilla.
Desde la asociación de vecinos del barrio se reconoce el «poco interés» que despierta este subterráneo entre los residentes porque las «condiciones de venta no son muy atractivas». Una situación que se reproduce en otros barrios de la capital, donde los aparcamientos públicos de gestión privada siguen con el cartel de venta de plazas, como sucede en el aparcamiento de la plaza del Ejército y el de la calle Daniel del Olmo.
Otro de los motivos que se argumenta desde las asociaciones vecinales es que la crisis económico «retrae» a los posibles compradores que, además, ahora mismo en el mercado libre encuentran garajes particulares por precios muy similares a los que ofertan los aparcamientos de residentes. Y basta con darse un paseo por el barrio de La Victoria para comprobar como se publicitan plazas «amplias» en la avenida de Burgos por 20.000 euros o por 13.000 euros en la calle la Jara. El coste de una plaza de estacionamiento se reduce aún más en la zona de Puente Jardín, donde algunos propietarios ofertan sus garajes por 10.000 euros.
Aunque el mercado libre no parece ser el único competidor del aparcamiento de la plaza de la Solidaridad. «Son muchos los vecinos que optan por aparcar en la gran explanada que hay junto al centro de salud o por estacionar en la calle Dársena, donde está prohibido pero la Policía suele hacer la vista gorda». «La crisis hace estragos y no nos podemos permitir comprar una plaza, por eso optamos por dejar el coche en la calle», añade otro vecino, que considera que los precios del aparcamiento de residentes «no son accesibles para todos y menos cuando no va a ser en propiedad para siempre».
El Ayuntamiento es consciente de esta situación y por eso renuncia, de momento, a la construcción de nuevos aparcamientos de residentes. «Varía mucho la predisposición de compra que anuncian los vecinos en las encuestas frente a la decisión final que suele ser negativa», aseguraba en el Pleno de este lunes la concejal de Cultura, Turismo y Comercio, Mercedes Cantalapiedra. Cantalapiedra hacía referencia a un estudio de movilidad, que de momento no es público, y que desaconseja estas inversiones.