El teatro del Barroco

Luis Amo
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El paso 'Camino del calvario', de Gregorio Fernández, cumple cuatro siglos siendo el máximo exponente del realismo de los grupos procesionales de Valladolid

Paso Camino del Calvario, propiedad del Museo Nacional de Escultura. - Foto: Junta de Cofradías

El ‘Camino del Calvario’ es un auténtico teatro. Una escena procesional donde conviven arte, catequesis y una perfecta técnica para sobresaltar el patetismo de la escena y que desde todos los puntos de situación el espectador siempre se encuentra con la imagen de Cristo. Este paso es el auténtico teatro del barroquismo español salido de la gubia de Gregorio Fernández y que, en este año, el 22 de noviembre, cumple su cuarto centenario desde que la Cofradía de la Sagrada Pasión de Cristo lo contratase al escultor. Estamos ante un grupo escultórico compuesto por cinco figuras, un poco más grandes que el tamaño natural, con un naturalismo repartido en todo el relato. La historia del paso, además, destaca porque por diferentes vicisitudes históricas lo han alumbrado hasta cuatro hermandades: desde la penitencial propietaria, aunque actualmente el dueño sea el Museo Nacional de Escultura, hasta las cofradías de NuestroPadre Jesús Atado a la Columna, la Sagrada Cena y del Cristo Despojado, que lo procesiona en la actualidad.

- Cristo con la cruz a cuestas

Sabemos que la imagen del Cristo que tallara Gregorio Fernández fue sustituida a finales del siglo XVII, por motivos desconocidos, tal vez por deterioro, por una imagen vestidera que Luis Luna Moreno identificó con el Nazareno que actualmente se conserva en la iglesia del Carmen de Extramuros, tallado de pie como el original, desnudo y con una anatomía un tanto tosca por estar concebido como imagen de vestir, en opinión de Jesús Urrea obra de Juan de Ávila o Juan Antonio de la Peña (me inclino más por este último por las similitudes con el Cristo de la Agonía que se conserva en la iglesia penitencial de Jesús Nazareno). Para mantener el montaje del paso, se recurrió a otra imagen del Nazareno procedente del convento de San Agustín, primitiva sede de la Cofradía de Jesús Nazareno, de la que Luis Luna Moreno atribuye la cabeza y las manos a Pedro de la Cuadra, que primero fueron montadas sobre un maniquí vestidero y después sobre un cuerpo con túnica tallado en 1697, el que presenta en la actualidad, según José María Travieso.

 

 

- Simón de Cirene.

Es como el contrapunto de la escena, una imagen de madera policromada especialmente bella que, según el historiador Javier Burrieza, que toma entre sus brazos, que en cierta forma la abraza, la cruz, cuyo peso soporta el Nazareno. Es tanto el realismo de su mirada, remarca el historiador, de los bucles de su barba, o de su atuendo, que bien podría ser uno de aquellos campesinos que pudo encontrarse el propio escultor, Gregorio Fernández, por los campos de Castilla de la época del barroco español (siglo XVII). Con todo, pese al esfuerzo de su papel en esta escena para soportar el peso de la cruz, lo cierto es que la figura es dinámica, con mucho movimiento, y rotunda, que sus gestos no dejan a nadie indiferente.

- Sayón de la trompeta.

Este soldado romano es quien emprende el movimiento de la escena procesional y muy característicos entre todos los sayones existentes en la ciudad. Tiene un gesto peculiar, en actitud de caminar y entre sus peculiaridades son espada envainada y levantado una trompeta con el brazo derecho. Se trata de una posición reconvertida en la imagen dado que ahora va avisando a la muchedumbre del paso de Jesús de Nazaret, pero lo cierto es que son muchos los estudios que coinciden al apuntar que este elemento sustituye a una primitiva lanza que se apoyaba en un costado de Cristo, lo que además apoya las teorías de que originariamente en esta composición escultórica no caminaba delante sino detrás de Jesús y colocado a su derecha. Destacan también sus ropajes, con las prendas responden propias de aquella época:jubón rojo, un coleto ocre colocado por encima, calzas azul-verdosas con senojiles (ligas) rojas, botas altas de cuero con vuelta y un caprichoso gorro cónico con ala ancha vertical en rojo.

- La Verónica.

Representa a la mujer que, durante el Vía Crucis tendió a Cristo un velo, lienzo o paño para que enjugara el sudor y la sangre en el camino al Gólgota. En la tela quedaron milagrosamente impresas las facciones del redentor al tiempo que recuperaba la vista. Se trata, como en este caso apunta José María Travieso, de una imagen concebida con gran movimiento y tratada de forma exquisita. Viste una camisa blanca, apenas perceptible en los puños, una túnica azul ceñida a la cintura, un amplio manto que le cae desde el hombro derecho y se sujeta mediante un cordón, con el envés decorado con grandes motivos vegetales azules y rojos sobre fondo ocre y el revés en rojo liso y un juego de dos tocas blancas en la cabeza, la exterior listada en marrón y un ribete mostaza y la interior totalmente blanca, ambas formando minuciosos pliegues, muy característicos de su autor, Gregorio Fernández.

- Sayón de la soga.

Es otra de las tallas que aportan mayor teatralidad en esta escena evangélica. Es una figura muy característica del conjunto porque presenta un aspecto desaliñado, provocando a los espectadores que están contemplándolo. Es un personaje con una perfecta anatomía pero con esa imagen de soldado degenerado, que patentiza la tensión en su musculatura y el desmadejamiento de su atuendo, como señala otro gran conocedor del arte de Gregorio Fernández en su libro ‘Pasos restaurados’, el profesor de la Universidad de Valladolid y anterior director del Museo Nacional de escultura,Jesús Urrea Fernández, y además con unos calzones que se le caen, las botas también caídas y el estrabismo de su mirada. Se cree, según otros historiadores, que originariamente podía sujetar una trompeta y el izquierdo tirando de la soga que sujeta por el cuello a Cristo, hacia el que vuelve la cabeza.

Con todo, apuntar que en la actualidad este grupo procesional se alumbra en la Procesión General de la Pasión del Redentor del Viernes Santo, siendo el paso número once de la misma, y durante los días de Semana Santa puede contemplarse en la Iglesia de SanAndrés mientras que el resto del año está en el Museo Nacional de Escultura.