Imagínense que circulan con su bicicleta por un sendero y de repente se encuentran con una madera llena de puntas clavadas al suelo. Esta circunstancia es la que, últimamente, están viviendo algunos aficionados y profesionales del mundo del ciclismo quienes ven cómo cada vez que salen tienen un «enorme peligro» en los senderos de la provincia debido a las trampas que se colocan para evitar que practiquen este deporte.  

Esta situación tiene una especial incidencia en un sendero de unos 25 kilómetros que recorre las laderas existentes entre Zaratán y Simancas. Aquí, algunas personas se están dedicando con frecuencia a colocar todo tipo de obstáculos en el camino, tales como puntas, clavos, maderas, ramas, troncos, palos, piedras..., que en muchas ocasiones suponen un verdadero peligro para los cliclistas y pueden ocasionar incluso lesiones graves como consecuencia de las caídas. «Hace tiempo un compañero se partió la clavícula  porque se encontró con una zanja en medio del camino», destaca el ciclista, Óscar Pujol, un asiduo a este paraje.

«Nosotros tenemos algo más de control porque estamos todo el día encima de la bicicleta, pero la gente aficionada puede tener un accidente muy grave», destaca Pujol, quien se pregunta a qué perdonas puede interesar este tipo de prácticas cuando los ciclistas no ocupan tierras de labor ni ocasionan ningún deperdicio en el terreno. «No sé a quién podemos molestar».

Una roca impide el paso en el camino.

Es muy común que los ciclistas vallisoletanos transiten por este páramo y las sorpresas durante los últimos meses se han vuelto muy comunes. «Incluso zanjas cavadas con una pala nos hemos llegado a encontrar», comenta el campeón del mundo de tanden, Noel Martín. «Yo pille un clavo que me atravesó la rueda y recuerdo una mañana que pinché tres veces en poco tiempo. Tiran puntas adrede».

Por eso, los ciclistas de Valladolid quieren denunciar de forma pública estas prácticas que están viviendo antes de que se produzca un accidente que tenga graves consecuencias.