Quince meses de mensajes, reuniones en Ferraz y comidas contra Villarrubia

PABLO ÁLVAREZ / VALLADOLID
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Blanco desvela el complot. El exsecretario del PSOE de Ávila reconoce que participó en la conspiración junto a Óscar López y cuatro dirigentes provinciales más

Tomás Blanco, a las puertas de la sede del PSOEde Castilla y León, donde convocó a los medios de comunicación. - Foto: ICAL

El jaque a Julio Villarrubia al frente del PSOE no fue un calentón de última hora derivado de los resultados de las elecciones europeas. Se venía gestando desde hace 15 meses a través de mensajes de grupos de whatsapp, reuniones secretas (alguna en Ferraz), pactos ‘sorpresa’ y comidas de conspiración para que Óscar López recuperase el control político del partido en la Comunidad. Lo dice una de las personas que participaron en este complot desde su origen, Tomás Blanco, cuando estaba al frente de la Ejecutiva socialista de Ávila. Asegura además tener pruebas, por si alguno de los aludidos lo niegan. De momento, ayer nadie desmintió la conspiración, que comenzó a fraguarse tras la moción de censura de Ponferrada.
 
Blanco, como San Pablo, ha sufrido una profunda conversión sin necesidad de caer de ningún caballo en Damasco. El exsecretario general del PSOE de Ávila ha pasado en pocos meses de leal colaborador de Óscar López a su más acérrimo enemigo político. No oculta que su objetivo ahora es frenar en seco la carrera política del actual secretario federal de Organización y portavoz en las Cortes. Para ello no duda en utilizar todos los recursos que tenga a mano. «Yo ya he anunciado que no representaré al PSOE en ninguna institución y haré todo lo que esté en mi mano para que ninguno de los que participó en esta concertación lo haga». 
 
Y le da lo mismo el qué dirán. «Lo pueden llamar pataleta, rencor, despecho... Sonará a todo esto pero es mi intención hacerlo y lo voy a seguir haciendo», insistió. 
 
Quiénes. El complot para expulsar a Villarrubia no se limita a Óscar López. En el germen de esta operación para acabar con el secretario general de Castilla y León se encuentran cinco de los nueve secretarios provinciales: Celestino Rodríguez (León), Javier Izquierdo (Valladolid), Juan Luis Gordo (Segovia), Antonio Plaza (Zamora), además del propio Blanco. Formaron un grupo de whatsapp con el nombre 5SG (cinco secretarios generales) «y algo más»; que se amplió, según el abulense, a las vicesecretarias regionales: Ana Redondo y Ángela Marqués -que niegan en todo momento su participación-; y el diputado de Ávila Pedro José Muñoz. 
 
Cuándo. La operación ‘jaque a Villarrubia’ comenzó a fraguarse hace quince meses, coincidiendo con la crisis abierta tras la moción de censura de Ponferrada. Para Blanco fue un «punto de inflexión» al ver que López quedaba ‘tocado’ en su carrera política nacional y se decidió preparar su retorno. A partir del grupo de whatsapp se crearon grupos de trabajo, comidas periódicas y reuniones en las que participaron senadores, diputados y procuradores. 
 
El verano pasado ya hubo un primer intento de materializar el golpe de mano dentro de la Ejecutiva del PSOE de Castilla y León, según desveló ayer Blanco, pero se frenó. Se produjo una reunión en el despacho de Óscar López en la sede de Ferraz a la que asistieron los nueve supuestos conspiradores (López, Pedro José Muñoz, los cinco secretarios generales y las dos vicesecretarias). «Pero finalmente se acordó posponerlo por otros motivos», dijo el exsecretario del PSOE de Ávila, quien luego explicó que fue porque políticamente podía acarrear problemas a López. 
 
Cómo. La estrategia diseñada en distintas reuniones fue la que se materializó el día 30 de mayo: la dimisión de una mayoría de los miembros de la Ejecutiva que forzaban su disolución y con ellos la del secretario general; en este caso Julio Villarrubia. «Lo que se vivió es una situación ilegítima», aseguró Blanco, ya el congreso autonómico no elige la Ejecutiva, como se hacía hasta el año 2000, sino al secretario general y es éste el que elige a los miembros de su equipo de dirección; por lo tanto, a su juicio no tienen legitimidad para provocar su expulsión, aunque los estatutos del PSOE sí recogen esta posibilidad.  
 
Además se trataba de deslegitimar a Villarrubia. Una de las herramientas fue el pacto de Ordenación del Territorio, texto que negoció Pedro José Muñoz -según Blanco- con el consejero de la Presidencia, José Antonio de Santiago-Juárez. «Uno de los puntos para el acuerdo fue la reapertura de las urgencias nocturnas. Con ello se trataba de conseguir el apoyo del secretario general de Salamanca», dice el abulense.
 
Por qué ahora. La conversión de Tomás Blanco viene de su distanciamiento con Óscar López en un pulso por el control del partido en Ávila frente a Pedro José Muñoz, mano derecha de López en su etapa al frente del partido en Castilla y León. «Le dije que tenía que decir a Muñoz que dejara de inmiscuirse en los temas del partido en la provincia. Su respuesta fue que se haría lo que dijera Muñoz y desde entonces nos distanciamos». El problema de Ávila derivó también, como en el PSOE de Castilla y León, en la dimisión en bloque de más de la mitad de la Ejecutiva en enero y su consiguiente expulsión como secretario general. 
 
Dónde. Además de la reunión en Ferraz y el grupo de whatsapp, los supuestos conspiradores celebraban con cierta regularidad comidas; la mayoría de ellas en un conocido restaurante de Valladolid, situado en el polígono de San Cristóbal: Gabino. Además, el día antes de las dimisiones en bloque de la Ejecutiva, Blanco aseguró que López se reunión con parte de sus colaboradores en La Brasería de Poniente, también en Valladolid.