Un ganadero que pica

R. GRIS
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Pedro Iturralde construye un picadero en su pueblo, La Parrilla • El 7 de mayo tendrá la responsabilidad de picar el lote del maestro José Tomás en su reaparición en Jaén

Lleva el toro metido en las venas. Desde muy niño lo vio en su casa gracias a su abuelo y su padre. De La Parrilla de toda la vida, continúa visitando el pueblo prácticamente a diario. Su familia paterna es del municipio. Su abuelo construyó una casa enorme prácticamente en el centro de la localidad para  disfrutar de su jubilación, algo que no pudo hacer al morir justo a los 65 años. Pero su legado permaneció tanto en su hijo, crítico taurino, como en su nieto Pedro Iturralde, uno de los picadores de toros más afamados del panorama nacional. Será el encargado de ayudar en la lidia al maestro José Tomás en su vuelta a los ruedos el próximo 7 de mayo en Jaén. Algo que asume con naturalidad, pero con una responsabilidad que le hace incluso despertarse alguna noche pensando en el momento de la verdad.


Su padre, al igual que su abuelo y su hijo, también se llamaba Pedro y fue el encargado de meter en las venas del picador el gusto por el toro, por los tentaderos y por las grandes faenas. El cronista taurino radiaba las corridas para la Cadena Cope y para el periódico ABC y consiguió que su hijo también tuviera esa afición. «Yo lo vi en casa desde siempre porque mi padre estaba volcado en ese mundo».


«A mí me ha tirado siempre mucho el pueblo. Mis padres se separaron a los cinco o seis años y los fines de semana que me tocaba venir al pueblo eran estupendos para mí». El grupo de amigos cogía la bicicleta y salían al campo para disfrutar de los pinares. El pueblo representaba un reino de libertad que, poco a poco, se convirtió en una forma de vida.


Apasionado del campo, de los pinares, de todo lo vinculado al medio rural, terminó residiendo desde 2000 a 2006 en el pueblo. Aquellos fines de semana de los veranos de la infancia eran interminables, sentados en la casa de La Silvina, junto a la ermita del Santo con Ismael, Toni, sus primos... Un grupo de amigos que aún perdura. «Hicieron luego en el pueblo la piscina y todo se animó un poco, aunque a mí me pillo un poco mayor ya».


Ha participado en las fiestas de su pueblo. San Francisco de San Miguel está marcado en el calendario. Incluso ha acudido con su caballo a encerrar en el festejo por el campo. «Y aquí me he cogido mi primera borrachera en las fiestas. Eso lo he hecho como todos. He vivido las fiestas como los demás. Pero eso hace muchos años, ahora mis tres niños no me lo permiten».


Recuerda aquellos tiempos de una forma clarísima. «Siempre quise, desde aquellos momentos, tener caballos y criar potros». Compró un terreno de doce hectáreas y ahora se dedica, además de picar toros, a criar caballos de pura sangre lusitanos. Cualquier vecino de La Parrilla está acostumbrado a ver a Pedro paseando a caballo por las calles del municipio. Y ahora llega el turno de su hija. «Yo intento ya no pasar por el pueblo, pero a ella la gusta que la vean y estoy volviendo», sonríe.

 

No para mucho entre las calles del pueblo. «Siempre he sido un hombre de campo». Prefiere salir al campo, al lugar donde está construyendo un picadero. Tiene únicamente tres caballos actualmente, el resto los mantiene en un prado en Villán de Tordesillas. «Esto es lo que yo quería».
Ha visto miles de vídeos de su padre en tentaderos, corridas, encierros... «El toro era algo cotidiano en su casa». Pero el hecho de ser picador llegó por casualidad. Su padre había ido a una probadilla de vacas en un tentadero organizado por Eladio Vegas, en la plaza de toros que tiene en su finca en el municipio de Rueda. Se dio la circunstancia de que el mayoral de la finca estaba lesionado en un codo y su padre insistió para que fuera él quien se montará en el caballo y picara las vacas. Así empezó todo y desde ese momento han transcurrido 19 años.


Pedro Iturralde ha trabajado ya para grandes figuras del toreo como Manolo Sánchez, Uceda Leal, Javier Valverde, Paco Ureña y ahora José Tomás. «Estoy en un momento en el que disfrutó de mi profesión». «Reconozco que cuando me llamó José Tomás me eche a llorar como un niño. Es un reto importantísimo y una responsabilidad enorme».


?Decide que quiere ir al campo. Allí donde se siente más cómodo. Se monta en su furgoneta que tiene aparcada junto al Ayuntamiento de La Parrilla, un vehículo con más de 53.000 kilómetros en menos de un año. «Hay mucho trabajo detrás que no se ve».


Conduce hasta su finca, donde están lo caballos. Se muestra preocupado por el barro, pero se aventura. No quiere irse de nuevo del pueblo sin ver su tierra y sus animales. Nada más bajarse del coche, a las afueras del pueblo, se inclina por dar un paseo por el verde campo de La Parrilla. Lo hace casi a diario. «Es mi ejercicio». Quiere ir hasta el pozo Asterio, una charca de dimensiones considerables donde el grupo de amigos se bañaba de pequeño. «Aquí puedes escuchar el campo, las ranas, el aire, el movimiento de los conejos...»


Se nota que Iturralde está pisando suelo propio. Sonríe. Está viendo lo suyo. Crece en la explicación y en el grado de confianza. Se explaya y habla sobre el toro. «De ellos solo entienden las vacas, y a veces se equivocan». Lo que sí tiene claro es que en su profesión el respeto al toro y a los compañeros es fundamental para continuar adelante. «Cualquiera te puede dar un repaso, aunque esté empezando y hay que tener claro eso».


Se siente más cómodo mientras ve el enorme valle cercano a La Parrilla. «Lo que tengo claro es que siempre estaré vinculado a este pueblo. No descartó incluso decir que será el pueblo de mi jubilación, tengo terreno aquí, conozco a la gente, tengo amigos... Siempre voy a estar vinculado a este pueblo».
Contempla el forraje que tiene sembrado para sus caballos. Sabe que se trata de un buen año. Se queda pensativo. Lo que nunca tendrá es ganado bravo. «La genética es demasiado caprichosa  y solo los más elegidos tienen éxito. Pero es lo que me siento, ganadero».