La amenaza de la baronesa

Javier Villahizán (SPC)
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El acoso por Hacienda que dice sentir Carmen Thyssen pone en peligro 400 obras cedidas a España que planea sacar del país

 
No es la primera vez que Carmen Cervera (Barcelona, 1943), más conocida como la baronesa Thyssen, carga contra Hacienda y el Estado español porque asegura que se siente acosada por el fisco al ser investigada ella y su hijo Borja por supuestamente fingir su residencia en Andorra y defraudar aquí. Sin embargo, ahora parece que se ha enfadado, y mucho, y amenaza con llevarse fuera del país su colección de pintura.
La serie a la que se refiere la aristócrata es un conjunto de 400 obras, valorada en unos 700 millones de euros, que se encuentra cedida de forma gratuita al Ejecutivo desde 2004 y que en su última renovación, hace apenas unas semanas, Cervera la amplió por seis meses más, en lugar de los 12 habituales. «He renovado durante medio año porque me lo ha pedido el Gobierno en funciones y porque sigo queriendo a España, pero, si la cosa sigue así, me llevaré mi colección  definitivamente». 
El Museo Thyssen de Madrid, además del conjunto de piezas de la baronesa, se completa con la colección de su marido Hans Heinrich von Thyssen Bornemisza (Scheveningen, Holanda, 1921-Sant Feliu de Guixols, 2002), compuesta por 775 cuadros y comprada en 1993 por 265 millones. 
Las declaraciones de la filántropa van más allá y asegura que ella no ha hecho «nada raro» en su vida y que sus negocios, cuentas y residencia en el extranjero están perfectamente explicados, por lo que no entiende el supuesto acoso de Hacienda. Además, en su defensa alega que fue ella la principal actora para que la colección del barón recalase en Madrid y no se quedase en el Reino Unido, y que es en España donde crea muchos puestos de trabajo.
Uno de los principales problemas es que el fisco quiere que tribute en España. Actualmente, Carmen Cervera es ciudadana suiza y residente en Andorra desde 1992, cuando su esposo aún vivía. Para lograr que cambie su domicilio fiscal, Hacienda contabiliza los días que la aristócrata reside en el país, ya que si permanece en territorio nacional más de los 183 días que marca el límite legal, la baronesa sería considerada una ciudadana más a todos los efectos, incluidos los tributarios. Además, debe cumplir con las consideraciones legales del país donde reside, Andorra. En este caso, el Principado le exige, al menos, estar 90 días al año, consumir y realizar inversiones probadas en el territorio pirenaico.
Es por ello que ha tenido que residir una gran parte de su tiempo en el Principado, que ha tenido que escolarizar en Andorra a sus hijas Carmen y Sabina, y que  ha tenido que ausentarse en numerosas ocasiones de eventos, actos sociales e incluso inauguraciones de su museo en España. No en vano, el Thyssen a menudo ha tenido que enviar cartas a instituciones e invitados disculpando la ausencia de la baronesa; sin embargo, su vida en Andorra no le ha impedido, de momento, cumplir con sus obligaciones al frente de la pinacoteca. 
Según algunas fuentes, Hacienda ya habría sometido a Tita a dos inspecciones fiscales en los últimos años para comprobar el tiempo exacto de sus estancias en España entre 2007 y 2011.
En este contexto, es conocido el incidente que tuvo lugar en su barco Mata Mui en verano de 2014, cuando la Guardia Civil abordó el fueraborda en el puerto de Ibiza para hacerle entrega de una notificación en la que Hacienda le comunicaba la apertura de un nuevo sumario. Aquella situación enfureció aún más si cabe a la filántropa, quien hizo llegar una carta al Gobierno para quejarse e incluso se llegó a reunir con el ministro Cristóbal Montoro. 
 
Falta de dinero. Algunos analistas afirman que la baronesa lo que realmente quiere es vender su colección privada y convertirla en dinero contante y sonante y que, por eso, es ella la que presiona de alguna manera al Ejecutivo con llevarse sus cuadros al extranjero. Las mismas fuentes apuntan que es su hijo Borja quien podría estar apremiando a su madre a que venda su patrimonio artístico y reparta de alguna manera la herencia.
En muchas ocasiones, Carmen Thyssen ha confesado públicamente que no dispone de liquidez y que su fortuna se sustenta en obras de arte y propiedades inmobiliarias. «Yo soy millonaria en arte, en cuadros cedidos gratuitamente a España, pero no en liquidez». Una falta de cash que le obligó a vender en 2012 La esclusa de John Constable por casi 28 millones de euros, y el año pasado Villa Favorita, el palacio de Lugano, en Suiza, que heredó del barón, por unos 60 millones.
La aristócrata asegura que no pide ningún trato especial, sino el mismo que ha tenido siempre. Es decir, entiende que aquellas personas que realizan acciones de colaboración cultural gratuitas al Estado no son residentes fiscales mientras se ocupen del proyecto, y eso es lo que ella defiende a capa y espada.