Una tragicomedia con Robin Williams

Ical
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Fotograma de la película con Robin Williams. - Foto: JOJO WHILDEN

«¿Qué harías si supieras cuánto tiempo te queda?». En torno a esa premisa giran los 83 minutos que dura ‘El hombre más enfadado de Brooklkyn’, una tragicomedia blandita que hoy cerró la quinta jornada de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Protagonizada por Robin Williams en uno de sus últimos papeles antes de fallecer el pasado 11 de agosto, la película participa fuera de concurso en la competición oficial de un festival que desde hace algunas ediciones presume de apostar por el cine de autor desde su propio logotipo.

‘El hombre más enfadado de Brooklyn’, que en su arranque con el protagonista al borde de un ataque de nervios en pleno atasco en Nueva York promete emociones parecidas a las que veinte años atrás despertó Michael Douglas en ‘Un día de furia’ (Joel Schumacher, 1993), describe uno de los peores días de la vida de Henry Altmann, un agresivo abogado que regenta su propio bufete, que vive cabreado con el mundo desde que, dos años atrás, murió su hijo mayor en un accidente de caza. En una visita al médico, la suplente de su doctor, que tampoco atraviesa por su mejor momento, le confirma que padece un aneurisma cerebral y, en un arrebato de cólera, le advierte de que sólo le quedan 90 minutos de vida. A partir de entonces, Henry intentará sin demasiado éxito reconciliarse con el mundo y con aquellos a los que alguna vez quiso, mientras la doctora y la familia del paciente se dedican a perseguirlo por Nueva York para intentar ingresarle en el hospital y que reciba los cuidados apropiados.

‘El hombre más enfadado de Brooklyn’ es un ‘remake’ libre de la película israelí ‘Mar Baum’ (‘Los 92 minutos del Sr. Baum’), dirigida por Assi Dayan en 1997. El guionista de esta versión, Daniel Taplitz, vio con apenas veinte años cómo le diagnosticaron que le quedaban seis meses de vida, y comprobó en sus propias carnes el error médico. El proyecto le llegó al director de ‘Campo de sueños’, Phil Alden Robinson, que llevaba doce años alejado de la dirección de cine desde el prescindible thriller ‘Pánico nuclear’, protagonizado por Ben Affleck y Morgan Freeman.

En esta ocasión, la réplica a un sobreactuado Robin Williams le llega de la mano de Mila Kunis (‘Cisne negro’), Peter Dinklage (‘Juego de tronos’) y la oscarizada Melissa Leo (‘The Fighter’), aunque ninguno de ellos acierta buscando el tono de equilibrio entre tragedia y comedia que persigue el film.

 Dejando al margen la cruel ironía de contemplar una película sobre un hombre que sabemos que va a morir, protagonizada por un actor que sabemos que ya ha muerto, el film pretende ser una oda a los valores familiares y a la vida al estilo del cine ‘hollywodiense’ más manido y se pierde entre tópicos y situaciones predecibles, con un guión donde no sólo aparece una innecesaria voz en off para hacer pensar al espectador sobre lo que está viendo en la pantalla, sino que aparecen dos.

 Con un sentido del humor un tanto peculiar, transcurre con altibajos e incontables flashbacks que resultan muy forzados para lanzar el mensaje:«Al final, lo único que tenemos es la familia».