El abuelo se independiza

R. Travesí (Ical)
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El complejo residencial de apartamentos equipados con los servicios para personas mayores de Valladolid cumple las expectativas de los socios de la cooperativa tras cuatro años de funcionamiento

El nombre de la cooperativa, Profuturo, es toda una declaración de intenciones porque sus socios aseguran que aún les queda mucho por vivir. Un futuro que, de momento, pasa por ser dueños de la última etapa de la vida y continuar siendo activos. El grupo de personas de Valladolid que allá por 2000 se embarcó en el proyecto de construir un complejo residencial de apartamentos equipados y diseñados con los servicios adaptados a sus necesidades muestra su satisfacción después de cuatro años de experiencia, que es el tiempo que llevan ocupando las viviendas.


Un nuevo modelo que fue pionero en España y que hasta su puesta en marcha en Valladolid solo existía algún caso similar en el norte de Europa. En general, los socios de Profuturo huyen de los anglicanismos como cohousing porque aseguran que su cooperativa va más allá de una comunidad de viviendas con servicios comunes.


Bien es cierto que Profuturo es una alternativa a la residencia convencional y va un poco en la línea del cambio de filosofía que aplica la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades con el modelo ‘En mi casa’ a través de los centros multiservicios, abiertos a las personas mayores de la zona, y de las unidades de convivencia para los residentes.


En la actualidad, el complejo de apartamentos adaptados para mayores Profuturo Valladolid, ubicado en la Urbanización Santa Ana de la capital, cuenta con 126 socios y solo hay una vivienda que está libre. Cerca del 80 por ciento de los apartamentos está ocupado y algunas personas viven a temporadas. Es el caso de Isidoro Curiel que, con 73 años, tiene el apartamento totalmente equipado aunque habitualmente no vive en él. Está casado en segundas nupcias y su pareja aún trabaja pero «la idea es poder aprovecharlo en un futuro».


Quien ya lo aprovecha es Felicidad Rosa González, ‘Lili’, que dice sentirse encantada de la decisión de convertirse en socia de Profuturo. «Es lo mejor que me ha pasado desde que falleció mi marido», se sincera. Recuerda cuando le comentó la idea a su hija que reside en Cantabria y mostró su oposición al pensar que era una residencia. «Cambió rápido de opinión cuando vio el complejo y el tipo de proyecto», declara. Destaca que los residentes forman una «comunidad muy buena, de diez, y si necesitas ayuda siempre hay alguien», añade. La encontramos en la cafetería apurando un café en la barra aunque hay días que come en el restaurante. Pese a tener 73 años aprovecha el tiempo al máximo y disfruta con sus viajes. Además, cuando llega el verano vuelve a su casa de la urbanización del Pichón, a las afueras de Valladolid.


El presidente del Consejo Rector de Profuturo, Felipe Martín recuerda que la mayor parte de los socios optó por formar parte de la cooperativa ya que contaban «con una renta superior para acceder a una plaza de una residencia pública» pero no llegaban «para costear un centro privado». Pero, al margen de los criterios económicos, apostaron por un modelo con muchos espacios comunes para acoger servicios propios de una residencia. Además, sus vecinos forman parte de una «gran familia».

Una característica salta a la vista durante la visita al complejo. Hay espacios amplios y muy luminosos que animan a hacer vida. No en vano, el 40 por ciento de la superficie corresponde a elementos comunes que acogen gran número de salas como un salón, salas multifuncionales para acoger desde una merienda, una partida de cartas hasta un concierto, una proyección de cine y conferencias o degustaciones pasando por un gimnasio con sus aparatos y un jacuzzi.