La expectación por ver a la Señora de Valladolid multiplicó las expectativas. Porque nunca defrauda, sino todo lo contrario. Ysuma varios siglos de fe y devoción popular. Nuestra Señora de las Angustias volvió a concitar anoche atenciones y plegarias, turismo y devoción popular. Y suman varios siglos. Las preveraniegas temperaturas registradas anoche, aún con la amenaza de alguna gota de lluvia, provocaron lleno total de las calles del casco histórico vallisoletano por tercer día consecutivo. El Cristo camino del Calvario hizo lo propio, una imagen de reciente incorporación pero con muchos devotos y que además estrenaba andas.

Gente por doquier, con las cámaras de RTVCyL de testigo. Desde San Andrés, templo desde donde partió la Cofradía del Cristo Despojado, hasta la penitencial de las Angustias, el otro punto de partida. Dos puntos equidistantes con el mismo destino, la calle de la Amargura, la plaza de Santa Cruz, delante de la fachada renacentista, que acogió unos minutos de recogimiento en un acto penitencial marcado por las lecturas en alusión «al sufrimiento, al desprecio, al Mesías entregado, que sale al encuentro».

Sobria y elegante se descubría a la Virgen de las Angustias, la dramática obra de Juan de Juni, que iba adornada con orquídea blanca de Singapur y portada por dos relevos de medio centenar de comisarios. Cofrades anónimos y entregados, los mismos que escoltaban a la imagen en su caminar por Valladolid. Resplandeciente lucía el Cristo camino del Calvario, por su parte, adornado con claveles rojos y custodiado por las cuatro imágenes de las capillas de sus andas: la Inmaculada Concepción, San Andrés Apóstol, Nuestra Señora de San Lorenzo y San Pedro Regalado.