El acto pretende también ser un reconocimiento a la sociedad española del momento, que el 12 de julio de 1997 se levantó democráticamente en defensa de la paz, la libertad y la convivencia. Este acto contrasta con la polémica levantada en torno a la posición de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y su negativa a colocar una pancarta en el Consistorio madrileño de Miguel Ángel Blanco.