Los robos eran perpetrados en viviendas unifamiliares, tipo chalés, en las que, por lo general, los autores accedían al interior tras saltar el vallado. Una vez en su interior, tras forzar una o varias ventanas del inmueble, se apoderaban de joyas y dinero en efectivo. En todos los casos aprovechan la ausencia de moradores en la vivienda, tras tener la certeza de ello por medio de vigilancias.