La esencia del boticario

Óscar Fraile
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Diecisiete de las 284 farmacias de Valladolid están dadas de alta en formulación magistral a terceros y elaboran medicamentos personalizados para pacientes que no pueden encontrarlos en el mercado. Su uso ha ido en aumento en los últimos años

La esencia del boticario - Foto: Jonathan Tajes

Carmen Miralles coloca con mimo, una a una, cien cápsulas en los cien agujeros dispuestos en un molde de plástico duro. Con un movimiento de esta herramienta, las abre por la mitad y destapa un bote blanco que contiene un polvo del mismo color. Es cromoglicato, un principio activo que sirve para controlar los efectos de determinadas alergias. «Es para una chica que las tiene que tomar todos los días durante el resto de su vida», explica. Posteriormente, ajusta la altura de las cápsulas y comienza a rellanarlas con una cuchara tras haber pesado la cantidad del principio activo en una báscula de precisión. «Son cápsulas de gelatina, que se disuelven muy fácilmente en el estómago», prosigue.

Así es como funciona la formulación magistral, un método de elaboración de medicamentos personalizados que representa la esencia del oficio del boticario. Es decir, tal y como trabajaban antes de la producción a escala industrial.

Solo las farmacias que están dadas de alta en un registro específico pueden elaborar estos preparados, ya que tienen que cumplir con unos requisitos muy concretos, recogidos en un Real Decreto publicado en julio de 2015. Por ejemplo, contar con los medios necesarios para la elaboración, tener las suficientes garantías sanitarias e identificar las mismas con el nombre del farmacéutico que las prepare y la información suficiente «que garantice su correcta identificación y conservación, así como su segura utilización». El citado Real Decreto define la formulación magistral como «el medicamento destinado a un paciente individualizado, preparado por un farmacéutico, o bajo su dirección, para cumplimentar expresamente una prescripción facultativa detallada de los principios activos que incluye, según las normas de correcta elaboración y control de calidad establecidas al efecto, dispensado en oficina de farmacia o servicio farmacéutico y con la debida información al usuario».

La mayor parte de las oficinas de farmacia están dadas de alta para hacer formulación magistral, pero, según los datos aportados por el Colegio de Farmacéuticos de Valladolid, de las 284 que hay en la provincia, 162 en la capital y 122 en la provincia, solo 17 están acreditadas para hacerlo a terceros.

Una de ellas es la de Miralles, situada en la calle Claudio Moyano. Esta actividad no es nada excepcional, forma parte de su día a día. «Suelo hacerlo tres o cuatro veces al día», añade. Al mismo tiempo que prepara las 300 cápsulas de cromoglicato, repasa el resto de fórmulas que ha hecho y tiene pendiente de hacer ese mismo día. «Omeprazol y un jarabe para un bebé, que es un poco más lioso de elaborar, porque, para que no lo regurgite, tiene que tener un poco de peso, de modo que no se puede hacer solo con agua o jarabe simple, sino que hay que meter un poco de goma para que sea más denso», asegura.

Más allá de los conocimientos que adquieren en la etapa universitaria, los profesionales que hacen formulación magistral suelen recibir formación específica. Sin ir más lejos, el Colegio de Farmacéuticos de Valladolid imparte cursos sobre este tema, como también lo hacen los laboratorios que venden los principios activos a las farmacias. «Es importante reciclarse, porque siempre llegan fórmulas nuevas», explica Candela Lora, una profesional de Medina del Campo que lleva más de 30 años haciendo fórmulas magistrales en su negocio.

el médico decide. Son los médicos los que deciden cuándo hay que suministrarle a un paciente una fórmula magistral, mediante una receta en la que se indica al farmacéutico qué principios activos debe llevar el medicamento, en qué proporción y formato (cápsula, jarabe, crema, etcétera). «Las formulaciones nunca se dispensan sin receta», asegura Lora.

Y todo hay que hacerlo con unas estrictas medidas de seguridad sanitaria. De hecho, estas farmacias suelen recibir la visita de inspectores que certifican que todo se está haciendo correctamente.

Por otro lado, el hecho de que estos medicamentos se preparen de forma casi artesanal no hace que su precio aumente. Tanto el importe que pagan las farmacias por los principios activos como los honorarios de los profesionales están fijados en unas tablas por la Consejería de Sanidad.

Este sistema de preparación de medicamentos es de suma importancia cuando, por ejemplo, se produce un desabastecimiento en el mercado de algunas medicinas, como ha sucedido recientemente con el Adiro. «Cuando se produjo tuve que hacerlo yo con ácido acetilsalicílico», explica Miralles. En otra ocasión tuvo que hacer lo propio con la dexametasona, utilizada en el tratamiento de algunos tipos de cáncer.

Su proceso de elaboración varía en función del medicamento. Unos se pueden preparar casi al instante y otros necesitan más tiempo. «Algunos principios activos requieren estar en reposo 24 horas», asevera Lora. A lo largo de su vasta experiencia ha comprobado que el uso de la formulación magistral ha ido en aumento, sobre todo lo que se refiere a preparados para niños. Es fundamental también para cubrir lagunas terapéuticas en enfermedades poco frecuentes. Y es, sobre todo, una forma de mantener a los profesionales en contacto con la esencia de una profesión de suma importancia.